Alasitas en miniatura: liberalismo aimara en el altiplano

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Jürgen Golte y Doris León Gabriel (2014), con el auspicio del Instituto de Estudios Peruanos, la Universidad Nacional de Juliaca y el Centro Cultural Bartolomé de las Casas, editó el libro  “Alasitas: discursos, prácticas y símbolos de un ‘liberalismo aymara altiplánico’” entre la población de origen migrante en Lima.

César Machaca Escobar

“Alasitas”, para los autores, tiene rasgos del liberalismo europeo, el cual contrasta con la cultura aimara del altiplano, es decir, estados-nación de Europa Occidental. Esto, en medio de la pugna entre católicos y protestantes y la cercanía por la ruta comercial. En nuestro contexto es el neoliberalismo, el capital privado-extranjero. Europa tuvo éxito porque cuenta con un proceso productivo, intermediario y de transformación. Mientras que el Estado Inca tuvo una sociedad con producción agrícola y ganadera. Esa forma de organización se aprecia en la feria de las alasitas, sin desapercibir la modernidad.

Los países de Perú, Bolivia, Chile, Argentina, son parte de esta práctica cultural de la compra y adquisición, no solo de objetos materiales, sino también de los ganados, donde los responsables de administrar, conocer a cada uno de ellos son los pastores; para ello, se requiere del ritual que armonizan la vida de las personas con las fuerzas de los demás seres vivos. Por otra parte, el juego con las piedras como el objeto material y animales, es la idealización por la prosperidad, lleno de esfuerzo y fe para la posterior materialización.

El Iqiqu, con su vestimenta particular (lleno de víveres y recursos), simboliza el bienestar. Según los Kallawayas dotan fortuna acompañada de ofrendas, ch’alla, y el permiso a las divinidades mediante mesa y ritos. La mesa, como las variedades: muxsa misa hecho de azúcar, reúne a los seres de su entorno de existencia. La chiwchi misa consiste en pequeños objetos como animales y seres vivos, complementariamente la illa fertiliza la productividad en los animales a través del rito de la purificación a los pastores, responsables de sus atados divididos en derecha e izquierda para la procreación de las especies. Las ferias reunían a los comerciantes y la población, se abastecía de productos de primera necesidad. No obstante, en la actualidad el iqiqu es parte de las aspiraciones de la población.

Las fiestas de la cruces se recuerda en distintas localidades y fechas de la región así como en Ilave (enero), Puno (mayo), Juliaca (mayo), Azángaro (diciembre) y Chucuito (diciembre), jisk’a qhatus, en la región Cusco y en el País vecino de Bolivia, particularmente en Cochabamba (agosto), en este último lugar compran objetos como: terrenos, casas, carros, siendo adornados con serpentina y mixtura, con los títulos de propiedad,  acompañado de una ch’alla. Por otra parte, la iglesia hizo coincidir estas celebraciones andinas con la religiosidad occidental para fines de evangelizar. En Cusco y el altiplano, antes de la llegada española, el primero, tuvo la importancia a nivel de intercambio de productos y culturas.  Seguido, por Puno, en la etapa colonial la minería asentó en el Altiplano peruano-boliviano tanto en Laykakota y Potosí, con mitayos de Cusco.

En Puno el jach’a qhatu, la organización es álgido por parte de la municipalidad provincial, para distribuir a los artesanos y comerciantes, de distintos lugares del país, y de Bolivia. El 3 de mayo, es el día central de la fiesta de las cruces. Ese día, en la misa reciben el agua bendita y la ch’alla como parte del ritual, y el sincretismo cultural la capilla de la Cruz de Bellavista, con variedades de productos a comparación de Bolivia, La Paz y Cochabamba. La venta de títulos universitarios del país y del extranjero. Asimismo, ofrecen las ch’uspas con billetes, wayruru y sapos. No es ajeno, que los supermercados, las tiendas sean ch´alladas por los yatiris, sin olvidar lo espiritual y religioso, igualmente, los curanderos o yatiris, advierten la suerte, la salud, mediante la coca.

La capital de la región acoge alrededor de 1800 artesanos (2012). Los concurrentes reciben como herencia esta práctica cultural. Desde la sierra sur hasta la sierra central en cuanto al intercambio comercial, es de mayor adquisición los billetes y monedas en sus distintas variedades, afín a ello como riqueza el sapo de piedra y la rana expendida en el barrio Chino de Lima. La innovación de los artesanos y comerciantes para acoger a los asistentes es constante. En el mercado boliviano, expenden amuletos preparados como los atados, semillas, granos, etc. En esa interrelación, aflora un vínculo de confianza por los anhelos alcanzados del quien adquirió, y de ello surge el caserito.

En la capital de la república, así como en las alasitas de viernes santos, el cristianismo ha impuesto en algunas localidades la forma de celebrar. Pues en el cerro San Cristóbal, acompañado de la vía cruces suben al cerro llevando piedras de los deseos y velas, expenden miniaturas y dan una pasada con khirkhinchu, por otro parte, hacen limpieza los artesanos mediante el ritual para vender a las familias los productos en miniatura: casas, sapos y amuletos, debido a la migración. El expendio de la cruz de chonta la mano poderosa, productos asiáticos en versión local, dinero, artesanías e incluso el banco (BCP) oferta sus servicios con estos elementos culturales. Los comerciantes que arriban son itinerantes de las ferias del Perú y de Bolivia, por ello, la población va en busca de la prosperidad al adquirir herrajes y seguros, ellos proviene de distintos lugares de Huancayo, cuentan que se proveían de Arequipa y Bolivia. Con una serie de particularidades de Santos hasta las costumbres.

Alasitas, es una tradición ancestral, los rituales son transversales durante la adquisición, corresponden con ofrendas en señal de profunda fe y agradecimiento a la madre tierra. Además, van de la mano con rezos y objetos protectores, entre ellos los herrajes, etc. Una serie de amuletos proveídos por los artesanos, comerciantes y yatiris, los cuales permiten una vida de prosperidad, no solo material sino espiritual. En resumen, Puno, no es solo una vitrina comercial, de esteticidad por su variedad en miniaturas, por su tamaño, diseño y material, sino que es también la expresión vigente de la religiosidad a las deidades andinas, que en esta fecha se conmemora a la cruz andina chakana, qhantati ururi.

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