Puno, capital folclórica o capital del folclore peruano

Fecha:

Álder Quispe Panca

Recuerdo aún que después de los desfiles de la burocracia puneña, de los escolares militarizados con sus fusiles de madera, las misas Te Deum, exclusivo para la aristocracia  puneña, se realizaba la única parada popular existente en aquellos tiempos, denominada “Gran parada Carolina”, en la cual los carolinos, después de un intenso debate en el aula durante la hora de Orientación y Bienestar del Educando (OBE) -el curso en que conocíamos al docente al inicio de clases y luego era “hora libre”-, se tomaban las decisiones finales. En esta hora elegíamos una danza para nuestra participación en la “Parada Carolina” y luego nos preparábamos entusiastamente, mañana y tarde, para bailar la danza escogida, ya sea de carácter autóctona o de luces. Asimismo, si alguna autoridad osaba obstaculizar la parada o no apoyar la suspensión de nuestras clases de Historia del Perú, Historia Universal, Filosofía, Lenguaje o Matemática (para seguir ensayando), inmediatamente nos organizábamos para la gran toma de local del colegio, y durante la toma de local nuestras madres, cual acción amorosa descrita en el libro “Madre” de Máximo Gorki, venían preocupadas con el portaviandas amarrado dentro de una tela de saco de harina y/o azúcar de esas épocas. Desde las afueras del colegio recibíamos el alimento mediante una soga (desde afuera hasta el aula de la añorada infraestructura de la GUE San Carlos que, por cierto, ahora parece un penal con incipiente arquitectura); el alimento era recibido, decía, y después compartido entre los muchachos que éramos, pero que, cual héroes, luchaban por la justicia.

Finalmente, la gran parada Carolina se concretaba: salíamos todos los carolinos a danzar con la alegría y el orgullo de ser “Un Carolino, Un caballero”.

De un tiempo a esta parte, podríamos toparnos con una parada folclórica cada semana, congestionado el transporte en las calles de nuestro pequeño y siempre hermoso Puno. Ahora, hasta los universitarios de casi todos las universidades, que otrora solían realizar intensos debates políticos, salen en sendas paradas. Cientos y hasta millares de estudiantes, a voz en cuello, bailan las hermosas danzas de Puno. Gritando a viva voz que su escuela profesional, su facultad, su universidad, es la mejor. Mostrando fuerza y orgullo por su institución educativa universitaria.

Cuando estuve disfrutando de una de estas paradas, mi hijo, en una de esas ocasiones, me preguntó: “¿Papi, todos ellos después dónde van a trabajar?” Esto me desconcentró de la colorida parada, pero me permitió dilucidar la alegría temporal del joven estudiante y la situación laboral en nuestro país, que hoy en día se encuentra en los niveles más bajos, peor aún con un gobierno “muy obediente” al neoliberalismo disfrazado de democracia, que sigue permitiendo el ingreso descontrolado de ciudadanos venezolanos, cuyo país está siendo ahogado por las sanciones económicas impuestas desde Estados Unidos. Así disminuyeron los puestos de trabajo de jóvenes peruanos, que hoy en día se encuentran en los niveles más bajos de los últimos 6 años (realidad que no preocupa al joven durante las “paradas”).

Desde la época de destrucción sistematizada de principios, ideales, identidad y precarización de la educación en el gobierno del delincuente Fujimori, se han impulsado las paradas folclóricas de colegios, institutos y aún desde una universidad tomada por militares y al mismo tiempo se prohibió en la práctica los debates políticos, igual también en los colegios, donde ya no existe las asignaturas de Filosofía, Historia, Economía Política (ahora hablar de estos cursos es de “terrucos”); por el contrario, se ha impulsado, sistemáticamente -utilizando los medios de comunicación-, la música y las festividades  con mensajes que promueven el alcoholismo, la infidelidad, la decepción y, en el mejor de los casos- ningún mensaje.

La música y el folclore con mensaje positivo provoca discernimiento, esperanza, reflexión e inspiración; si no, veamos al pueblo chileno que se une al son de la canción denominada “El baile de los que sobran” (en nuestro país, ¿al son de qué canción se levantarían los peruanos?).

Una cosa es el folclore y otra lo folclórico. Puno es capital del folclore peruano. No es capital folclórica, entiéndase bien claro esto.

Nuestro aniversario no debe ser una simple borrachera de serenata, un simple desfile pseudo patriótico que termina en una escena dantesca de alcohol, un Te Deum de  constreñimiento hipócrita; debe ser más que eso. Alegría y reflexión profunda por nuestra rica tierra.

Viva Puno.

Viva nuestra historia.

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