Utupara: Una olla cocinada a leña que alimenta a 200 personas vulnerables

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Arequipa. En medio de un descampado, donde el polvo y el calor sofocan más, una cocina a leña empieza a prenderse en un precario local que tiene una bandera blanca. Son las 10 de la mañana y en el sector E de Utupara, una asociación de vivienda ubicada en Yura, se cocina el almuerzo en ollas grandes para alimentar a más de 220 pobladores que fueron afectados durante la pandemia.

Fue en julio cuando crearon la olla comunal. El hambre era más que el virus en este pueblo joven donde no existe agua potable, ni una calle asfaltada y donde la policía solo llega cuando alguien reporta una denuncia.

Al ver la necesidad en la zona, Reyna  Lime Tacuri junto a un grupo de vecinas decidieron crear este almuerzo social. Cada vecina fue llevando sus productos que tenía en casa. El primer plato que prepararon fue caldo blanco. Luego tuvieron que ir a los mercados de Río Seco a pedir que les regalen algunos alimentos.

“Fue difícil, al inicio. No teníamos para los ingredientes, pero pudimos seguir”, recuerda Celia Mamani, mientras revisa si el arroz ya está en su punto de cocción.

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La olla común lleva como nombre Ángel Benavente, en honor al exalcalde de Yura, quien falleció el año pasado víctima de covid-19. La entonces autoridad solía llevar alimentos a este sector. Aún su esposa suele apoyarlas.

Son cinco damas que se encargan de preparar los alimentos. Las vecinas se turnan para esta labor. Organizan un menú con los platos que prepararán de lunes  a sábado y que venden a un sol, que les permite tener un fondo para el almuerzo del día siguiente. Empiezan su labor desde las 8 de la mañana, pelando y picando los alimentos. Antes tenían que comprar agua en baldes, ahora hace una semana alguien les donó un tanque de agua, que les facilita el almacenamiento. También van por los alrededores para recolectar leña y si bien obtuvieron una cocina a gas, esta no la pueden usar bien porque extrañamente el combustible no suele salir. “Parece que se congela”, sostiene Reyna.

Reyna es la presidenta de esta olla común. Antes de la pandemia, tenía una pollería en el kilómetro 16 de Yura, pero por la crisis, tuvo que cerrar el negocio porque no podía pagar un alquiler tan elevado. Supo que al igual que ella, sus vecinos tenían apuros por parar la olla en sus hogares y por ellos quiso seguir en esta iniciativa que les costó sudor  y hasta incluso lágrimas, como cuando estaban a punto de dejar de preparar alimentos por falta de alimentos.

“No podíamos permitirlo, porque había muchos niños y adultos mayores que dependen de esta olla común”, precisa la dama.

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Damiana Collocosi dice que la idea de esta olla común es formalizarla como un comedor popular para que puedan recibir un apoyo directo de la comuna. Pero el camino aún es largo.

“Vinieron a donar a varios comedores de Yura y a nosotros no nos dieron ni un kilo de arroz”, reclama la joven madre de familia.

Casi es mediodía y ya el almuerzo está listo. Hoy toca lentejitas y como un gesto de gratitud, las damas obsequian helados a sus vecinos, para sofocar el calor mientras esperan su turno para recibir las porciones. Los perros también están a la expectativa de las sobras.

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