Por: Juan Pío Mamani Chambi
Con la invasión de la era digital, muchas de las antiguas tradiciones han quedado relegados, reduciéndose a categorías o grupos sociales como migrantes o residente digitales, en las líneas, cafés, restaurantes, mercados, centros comerciales, en todo lugar vemos ciudadanos sometidos o amarrados al celular, cautivados por alguna red social, aunque mucha gente finge leer en sus celulares, pues son raros los lectores digitales, pese a que ahora hay muchas herramientas digitales que facilitan la lectura y la compresión, desde enciclopedias, corpus, diccionarios, traductores, tutoriales, guías y hasta ayuda de la inteligencia artificial.
Mientras se ha democratizado la información se ha incrementado en sobremanera la ignorancia. Mientras tanto las bibliotecas han quedado abandonadas, sin usuarios, sin lectores, en los centros educativos donde diariamente los docentes imparten lecciones, es fatal el deterioro en que se encuentran los libros y los ambientes de lectura.
El Ministerio de Educación hace mucho tiempo que ha dejado de comprar literatura actual, bibliografía de vanguardia, o al menos libros que hayan sido publicados en las últimas décadas y los libros que se encuentran en las bibliotecas han quedado muy desfasados en gramática, química, biología, física, lingüística, filosofía y otras disciplinas, esta suerte de abandono no solo ocurre en gestión pública, también en las instituciones particulares que tanto dinero invierten haciendo propaganda por todos los medios de comunicación y no invierten ni un sol para implementar sus bibliotecas, hay otras instituciones particulares que ni biblioteca tienen.
Similar suerte corren las bibliotecas municipales tanto provinciales y distritales, los gobiernos municipales no han comprado libros desde hace mucho tiempo, y siguen atendiendo en esas mesas y sillas que se han heredado desde el siglo pasado, y ninguna gestión municipal ha mostrado preocupación en adquirir nueva bibliografía, y si hay algunos títulos nuevos es por las donaciones de los mismos autores o alguna gestión que se ha desarrollado para tener algunos libros recientes.
Quizá la labor más encomiable fue las publicaciones de la última década de la Universidad Nacional del Altiplano, en el que se ha editado la producción académica, literaria, filosófica y sobre lo andino, estos libros fueron distribuidos en todas las instituciones públicas de la región, eso fue lo más significativo y actual con que se han beneficiado los lectores.
En algunas bibliotecas apenas se encuentra libros que fueron editados por la década de los años 1950 o 70 del siglo pasado, y en todos los campos del saber, por ejemplo en literatura apenas uno puede encontrar algunos libros de la década del 60 del siglo pasado, autores peruanos como: Ribeyro, Bryce, Vargas Llosa.
Y nuestros niños y jóvenes ¿cuándo van a poder leer a los autores contemporáneos? ¿A los poetas de Hora Zero? ¿A los poetas de grupo cloaca? ¿Y a los narradores del siglo XXI? Y si se busca literatura universal sólo hay: la Odisea, Divina Comedia, Edipo Rey o Don Quijote de la Mancha, algunas obras del Siglo de Oro, pero son muy raros obras de escritores contemporáneos o actuales. Y después de este comentario cualquier usuario de las bibliotecas se preguntará: ¿cuándo el ministerio o los municipios invertirán en los libros del fin del siglo, del siglo XXI?