Educación y cambio climático

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Por: David Auris Villegas

Una persona que resiste una temperatura de 39 grados está afiebrada, si su temperatura aumenta, perecerá. Lo mismo sucede con el medioambiente. Los científicos advierten que desafortunadamente estamos ingresando a la era del calor ocasionada por las acciones humanas, con mayor énfasis en los países desarrollados, pero quienes la sufren más, son los países subdesarrollados. Al final, todos correremos la misma suerte sino cambiamos nuestra forma de convivir, impulsando el poder de la educación ambiental a gran escala. El impacto del calentamiento global amenaza a nuestra existencia. La ola de calor está derritiendo los glaciares del mundo que aumentan el nivel del mar, amenazando con devorar a Tuvalú y Maldivas. El pasado junio, las lluvias torrenciales en el norte de África se cobraron medio millar de vidas humanas. Largas sequías en el Cuerno de África están causando hambre y muerte de miles de animales. El aumento de las temperaturas afecta la salud, la agricultura y los recursos hídricos. Este flagelo genera pobreza mundial, pérdida de la biodiversidad y el desplazamiento de los refugiados climáticos.

Alejandra Loboguerrero, economista colombiana y experta en cambio climático, afirma que el hombre desperdicia demasiado tiempo en discusiones sobre los problemas climáticos en lugar de actuar rápido. Pues este cambio que apareció con la revolución industrial lleva bastante tiempo entre nosotros y cada vez más intenso. Los Gobiernos han de asumir la humildad de escuchar a los científicos y emprender una gestión territorial, sobre todo los países desarrollados tienen la responsabilidad de liderar esta batalla ecológica, usando toda su tecnología y su poder económico.

Con el objetivo de concientizar nuestra responsabilidad ante esta calamidad global, el 24 de octubre celebramos el Día Internacional contra el cambio climático de acuerdo a La Convención Marco de las Naciones Unidas, ratificada por 197 países en el plano de los documentos, pero lamentablemente, muchos hacen poco por erradicar la fiebre de la Tierra.

No todo está perdido, aunque resulte paradójico, hoy tenemos más esperanza que antes, ya que la educación, la ciencia y la cultura ambiental está llegando a más personas. Las escuelas y las universidades, están encaminadas a ser ecológicas y enseñan el necesario reciclaje la economía circular, la gestión territorial y la solidaridad ecológica.

Frenar el calentamiento global del planeta es un asunto de vida o muerte. Practiquemos la cultura ambiental plantando árboles y, es el momento de abandonar definitivamente el uso del petróleo y sus derivados.

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