Escrito: Carlos Peña Julca
Van culminando, prácticamente, dos años de gestión de las autoridades regionales y municipales dejando un sinsabor en los pobladores que depositaron en ellas sus esperanzas de ver solucionados los problemas que aquejan a cada lugar. Camaná al igual que otras provincias no es ajena a esta situación embarazosa vivida hasta la fecha.
Muchos, y porque no decirlo, toda la comunidad tenía la ilusión de ver desarrollada la provincia y convertida en una ciudad moderna y productiva que nos vendieron bajo el lema “Trabajando para todos”, que transcurrido el tiempo se va convirtiendo en “Trabajando sólo para los amigos” a nivel provincial y a nivel distrital. Como buenos herederos del linaje español nos vendieron no espejitos, ni tijeritas, ni brillantes pedazos de vidrio azul o verde; nos vendieron la solución de los problemas de salud con la compra de tomógrafos que nunca llegaron, hasta el momento, ni en fotografía a Camaná. Traficaron con el dolor humano, amparados en el mandil blanco que usan como médicos, para captar el voto y decir al final “ya tengo el poder”.
En el papel quedaron las promesas de grandes soluciones y hoy sólo se ve obras mal ejecutadas, paralizadas y abandonadas. Un hospital que ya lleva más de 10 años y aún no es culminado, un ornato abandonado con calles cuyo asfalto no tiene ni 6 meses, ya luce destrozado, el sueño de la construcción de la sede de la UNSA, balnearios que no tienen atractivos turísticos que inviten a los visitantes a quedarse y gozar de la temporada veraniega, pero sí líos de administración entre comuna distrital y de centro poblado; es decir, seguimos estancados a nivel local y regional.
Hoy las autoridades en ejercicio más parece que están abocadas a solucionar problemas legales personales y de función en las municipalidades en las que ejercieron igual cargo, mientras que la población cada día se va desilucionando de que al culminar su mandato dejarán solucionados los grandes problemas que nos aquejan. Se confiaba en la experiencia de haber desempeñado el cargo a nivel distrital (Jaime Mamani Álvarez exalcalde de Mariscal Cáceres) del alcalde provincial, se confiaba en la serie de promesas dadas en campaña electoral que puedan solucionar los temas de educación, salud, generación de empleo y desarrollo urbano, pero; lo más importante que se destierre los actos de corrupción.
Esa era la promesa empeñada por las autoridades electas en el 2022 y que merecen ser mencionadas ad portas de un nuevo año y tercero de su mandato y que parece ha quedado en el olvido por todos los actos de corrupción denunciados en lo que va de sus mandatos.
Y ante la llegada de las fiestas de fin de año la pobreza se hace más latente, de la reactivación económica no se oye padre; la inseguridad campea, pero nadie hace nada, la salud resquebrajada, y los fiscalizadores (llámese regidores o consejeros) apañando la corrupcion de cada día en las instituciones del Estado. Uffff !qué dolor de cabeza! Felizmente no todo es derrotismo, se tiene que pensar en positivo. Nos espera dos años intensos y agitados, que sólo con un buen manejo directriz de los concejos municipales puedan, finalmente, llevarnos a buen puerto, haciéndonos más fuertes como sociedad, y ello significa que no debemos permanecer inmóviles sino levantarnos después de cada caída.
Debemos recordar nuestra historia, los pasos que transitamos, reconocer en ella lo que fuimos y lo que somos para posicionarnos frente al futuro, porque solo incorporando nuestro pasado como huella vivida, podemos delinear de manera clara el recorrido que necesitamos emprender.
Por eso debemos encontrarnos unidos para que esta celebración permita mirarnos a los ojos y reconocernos en el vecino, en el otro que tenemos a nuestro lado, y juntos como colectivo sigamos apostando por el crecimiento y desarrollo de nuestra comunidad.