Escribe: Oscar Enrique Pino Ponce
Tenía que suceder, el sector Turismo no podía escaparse de los atropellos de nefastos personajes que lo manosean indebidamente. El Ejecutivo y su caja de resonancias, el Legislativo actuales, han venido sistemática y sospechosamente tomando decisiones por demás groseras para modificar sin ningún criterio técnico o racional, su espina medular.
En efecto, el Proyecto de Ley N.º 7851/2023-CR presentado por el “padre de la patria” Héctor Acuña Peralta intenta desmantelar y desarmar la arquitectura de una de las instituciones estatales más representativas del sector. A decir verdad, de Acuña no se conoce públicamente prontuario policial o judicial, como es normal en sus colegas, pero como dice el dicho “una mala acción puede borrar miles buenas”, el turismo hoy pende de un hilo por una espada a punto de ser clavada. Promperú, fue el sucesor del Fondo de Promoción Turística – FOPTUR, creado en el año 1977 en el apogeo de la dictadura militar de Morales Bermúdez, y que diera lugar posteriormente a la creación del Centro de Formación en Turismo (CENFOTUR) y la Secretaría de Estado de Turismo, ambos en 1978, acaso uno de los pocos aciertos del gobierno militar, aparte de restituir la democracia en el Perú.
Nadie podría ser mezquino al desconocer la importancia de la labor de Promperú en el desarrollo del sector, como la Promoción del turismo receptivo e interno, las exportaciones, y la imagen país en el extranjero, pese al halo de cierto favoritismo (argollas) en algunas oficinas, para algunas agencias u hoteles en las ferias o buena pro, maquillar ésta situación sería como pretender esconder a un elefante detrás de un poste. Sin embargo, esto no justifica de ninguna manera el manoseo de la estructura orgánica sin ningún criterio más que el político colocando a amigotes y amiguitas malcriados en niveles superiores como si para ocupar una gerencia bastara haber visto a Manolo del Castillo o pintarrajeado paredes durante una campaña, y para ganarse la confianza de sus padrinos empiecen a repartir cartas de despido con ventilador a funcionarios probos, como si ello inflara sus cuentas de TikTok y OnlyFans. La intención de Acuña es censurable y tremebunda, pretender reducir al 20 % el presupuesto de PROMPERU, y redistribuir lo extirpado entre gobiernos regionales y municipalidades pésimas ejecutoras del presupuesto y neófitas en turismo; esto equivale a herir de muerte al sector, equiparable a una mochila bomba en el tren a Machu Picchu de los 80 s y traerse abajo todo plan de promoción y posicionamiento de la imagen del Perú en el extranjero, más aún en las actuales críticas circunstancias políticas y económicas. Igual de censurable es la actitud de la clase dirigencial limeña que se desgañita por “guasap” en lugar de promover multitudinarias marchas presenciales (no virtuales) hacia el Congreso sin cuidado de empolvar ternos y minifaldas o quebrar tacos aguja, hasta lograr el retroceso de ésa nefasta pretensión. Es una oportunidad histórica del sector privado para hacer prevalecer sus derechos por sobre caprichos personales