Por: David Auris Villegas
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Cada diez minutos una mujer es asesinada. La violencia de género sigue siendo una pandemia invisible que arrebata miles de vidas cada año, a pesar de los avances en la igualdad. Es imperativo trabajar desde la educación para transformar la conciencia colectiva y erradicar este flagelo humano causado muchas veces por los hombres que alguna vez juraron amarlas.
A pesar de los derechos humanos e innumerables leyes a favor de la equidad de género y el progreso de las mujeres, irónicamente la violencia contra ellas sigue ascendiendo, afectando a 1 de cada 3 mujeres a nivel global. Según la Organización de las Naciones Unidas, en 2023, alrededor de 51,100 mujeres fueron asesinadas por sus parejas, exparejas o familiares. En Perú, según la Defensoría, en lo que va del 2024, 121 mujeres han sido asesinadas.
La violencia contra la mujer, según la ONU, incluye daño físico, sexual y psicológico. Con el objetivo de denunciar esta violencia en contra de las mujeres y reclamar políticas de erradicación a todos los países, desde 1981, cada 25 de noviembre, la ONU celebra el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. El mismo que debiera declararse un día feriado internacional a fin de reflexionar sobre esta tragedia.
En esta batalla por el respeto a la vida, la educación juega un papel clave al educar la mente humana desde la infancia. En las escuelas, al igual que leer a Vargas Llosa, es tiempo de leer y analizar el libro, Yo seré la última: Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico, de la activista de los derechos humanos iraquí, Nadia Murad. Ella, fue secuestrada y esclavizada por el Estado Islámico. A través de su testimonio, narra el horror vivido durante su cautiverio y tras su liberación, dotado de una extraordinaria resiliencia, lucha por la justicia y la visibilidad de las mujeres maltratadas.
La comunidad educativa tiene en sus manos cultivar el respeto, la igualdad y la empatía hacia la mujer, promoviendo los derechos humanos desde temprana edad. Además, es fundamental, impulsar el emprendimiento en niñas y jóvenes, desarrollando habilidades de liderazgo, toma de decisiones y gestión financiera para así otorgarles autonomía y no depender de otras personas.
Como corolario, asumamos nuestra responsabilidad colectiva de erradicar la violencia contra las mujeres, promoviendo una educación financiera, autoestima y respeto desde la escuela y la familia.
Educación para el buen vivir