‘El bicentenario será el año más traumático de nuestra historia’

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El poeta Jorge Flórez Áybar nació el 9 de noviembre de 1942, en Puno. Se halla aislado literariamente. La entrevista se le pidió hace varios meses; y hemos esperado todo este tiempo pacientemente. Adujo que se encontraba atareado. Ahora que ha culminado dos textos más:, “Andanzas de un viejo poeta” (poesía) y “El evangelio según Gamaliel” (ensayo), nos hizo un espacio.

¿En qué medida las vivencias de su infancia han influido en su obra?

Nací en el año 1942, durante la II Guerra Mundial. Y creo que esos hechos han marcado mi vida. La violencia, la miseria, el hambre, la muerte, son temas permanentes en casi todas mis obras. Si revisamos los cuentos que se hallan en “La danza de la lluvia”, será una fotografía mía, personificada en el protagonista de las narraciones, Alexander Petrova. En mi poesía, desde “Las huellas del tiempo” hasta las “Andanzas de un viejo poeta”, pasando por los poemarios “Dile que me estoy muriendo” y “El mito de la caverna”, encontraremos hechos que ocurrieron a lo largo de mi vida.

¿Cuál de los dos factores predomina en su actividad poética: La inspiración o el oficio?

Algunos poetas jóvenes creen que el poeta nace. Entonces se aferran a esa idea y se encierran en esa burbuja llamada inspiración, la misma que se convierte en un laberinto irracional surrealista. El poeta se hace con la lectura, con la investigación, con la teoría literaria, con la meditación, y en ese proceso nace en nosotros una conciencia literaria. Y cuando estamos ubicados no olvidamos nuestra cultura, ella emerge como una planta desde el fondo del “yo poético”.

¿Por qué hay tantos poetas?

Para responder esta pregunta, acudo al crítico puneño Eustaquio Kallata, que residía en la ciudad del Cusco. A él le hicieron la misma interrogante en aquella ciudad, y él respondió: “En el Cusco solo hay dos poetas y medio: Luis Nieto y Arturo Castro, y el medio puede ser cualquier poeta que abunda en las calles, plazas o cafetines de medio pelo”. Y para no caer en la mediocridad, tenemos que estar investidos de esos recursos que hemos señalado.

Si tuvieras que elegir a un escritor puneño para charlar un rato, ¿a quién elegirías?

Nunca podré olvidar su fino humor, siempre nos despedíamos con una sonrisa que debía continuar al día siguiente. No podré perdonarme el no haber ido a sus exequias. Volviendo a tu pregunta, creo que Feliciano Padilla es un académico que conoce ampliamente la literatura más allá de nuestras fronteras. Sus novelas trascienden lo ideológico; el lenguaje y la composición son estructurados bajo este paraguas. Más allá de esta apreciación, deseo recordar un hecho político. Padilla estuvo preso en la década del 80; la policía de ese entonces lo buscaba por sus ideas radicales. Era una época de violencia, persecución, de tortura. Yo era presidente de la ANEA (Asociación Nacional de Escritores) y el poeta Jóspani, secretario de Defensa. Ambos redactamos un manifiesto a la opinión pública ante el encierro injusto del político Feliciano Padilla. A los pocos días, lo dejaron libre. Salió con una frazada y otras pertenencias. Lo curioso de este hecho radica en que nunca hemos hablado del asunto. Padilla recién empezaba a trabajar en el campo de la literatura. Creo que ambos hemos crecido en la narrativa (cuento y novela).

¿Existe algún poema que le hubiera gustado componer?

Todos los poetas, en algún momento de su existencia, desearon, sin duda, escribir un gran poema como el español, Jorge Manrique. Un solo poema y pasar a la historia para siempre. En el libro que acabo de publicar, “Andanzas de un viejo poeta”, hay un poema, “La chujlla”. Deseaba hasta la locura que fuera un poema central, un poema que nucleara no solo mi historia personal, sino la historia de un pueblo. Pero fracasé. La pandemia salvaje y bárbara desatada por un dictador me tuvo encerrado en cuatro paredes. Estuve lejos de los amigos, incluso de las tumultuosas aguas del Titikaka. Ahora dicen que estoy libre, pero no me dejan viajar. Mis 78 años tienen el peso de una montaña. Sin embargo, no maldigo haber nacido en este país que se jodió en el momento que España nos invadía. Ahora nos estamos cayendo a pedazos.

¿Alguna anécdota que le haya ocurrido en su trayectoria periodística?

Sobre la anécdota, te cuento que yo empecé a escribir en el diario “El Comercio” del Cusco. En ese tiempo era estudiante universitario. Este oficio lo traje conmigo. Soñé con tener mi propia trinchera. Como te conté, con el escritor Gallegos dirigimos “Titikaka”. Yo tenía mi columna: “Mosaico”, y escribía con el pseudónimo de Alexánder Petrova. Era una columna muy leída. El empresario Parodi era un fanático de nuestra revista. Cada vez que le dejábamos un ejemplar, nos decía: “Saluden al poeta Alexánder Petrova”.

El 2021 se conmemora el Bicentenario del país, ¿cuál es el reto del escritor puneño?

El reto es complejo porque vivimos en un mundo globalizado, donde las ideas sobreviven. El mundo occidental es brutal; y en nombre de su cultura hace denodados esfuerzos para destruirnos. Borrarnos. La cultura de un pueblo nace en sus raíces. Incluso, el poeta Neruda, a pesar de su ideología dogmática, no pudo librarse de ella. La cultura araucana subyace en su poesía.

Scorza tenía razón cuando instó que los escritores crearan y defendieran su territorio. Y ese territorio era la literatura, un espacio amurallado por sus propias fronteras: la tradición, las costumbres, la religión, la filosofía, las creencias. Claro que defender todo no solo es heroico, sino utópico. Pero, más allá de la literatura, creo que el Bicentenario será el año más traumático de nuestra historia.

Las fisuras marcadas por la política, la salud y la economía se verán reflejadas en nuestros rostros; y como nos castraron ideológicamente, no habrá protestas en las calles; todas estarán en silencio, como un cadáver insepulto.

Si le pidieran un comentario sobre la literatura puneña, ¿cuál sería su opinión?

Yo me pregunto si realmente existe una literatura puneña. En todo caso, cómo caracterizarla frente a la literatura del país. ¿Existe una literatura nacional? Somos un país multilingüe y pluricultural y cada etnia construye su propio canon literario. En el último congreso sobre literatura sostuve que en nuestra nación existen por lo menos algo más de cinco cánones literarios: la literatura andina, la afroperuana, la amazónica, la de las prisiones y la que se edifica en la capital. Cada una de ellas con sus propias características como respuesta a su contexto. Estas observaciones no han sido tomadas en cuenta por los historiadores de la literatura en nuestro país.

Finalmente, algún mensaje a los jóvenes que quieran dedicarse a la literatura.

La literatura es vasta, y solo se accede a ella si hay una profunda vocación. Solo la lectura profesional nos hace críticos. La investigación profundiza la meditación. Vargas Llosa es un ejemplo: crea y maneja teoría con una metodología propia. Lástima que se halle en la vereda de enfrente. No comparto sus opiniones sobre literatura.

Qué puedo decir a los jóvenes de hoy que tienen cierta inclinación por la literatura. Y si les digo que no traicionen la vocación que hay en ellos, ¿me harán caso? Hoy los jóvenes ya no leen; hay una crisis de lectores. Hasta puedo asegurar que muchos libros por culpa de ellos se han convertido en la tumba de sus autores. Sin embargo, al final de todo este caos, hay una luz blanca reflejada por las páginas de un libro, un libro es como un amigo, siempre espera.

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