Por César Millán, el “Encantador de perros”
En la familia de los perros de rastro figura el basset hound, el beagle, el coonhound, el bloodhound, el dachshund, el foxhound americano e inglés, el harrier y el otterhound. Como ya hemos hablado, el olfato es el sentido más importante para un perro, pero la nariz lo es todo para estos chicos… y los humanos que comenzaron su crianza se esforzaron porque este rasgo primase en su biología. En perros como los bloodhound, se dice que las arrugas que tienen en la cara sirven para retener durante más tiempo el rastro que están siguiendo, y las orejas largas y caídas sirven para que no se distraigan por cualquier sonido cuando estén siguiendo un rastro.
Algunos de ellos, como el dachshoud y el beagle, se criaron seleccionando patas más cortas para que estuvieran más cerca del terreno. Suelen preferir cazar en grupo, y si tienes la oportunidad de ver a una manada de hounds siguiendo un rastro podrás observar el poder de una de las mejores manadas. Cada perro está absolutamente concentrado en la persecución de la presa y la cooperación entre la manada es la clave para alcanzar el objetivo. Es esta clase de coordinación y cooperación lo que ha ayudado a la familia canina a adaptarse y sobrevivir a lo largo de los siglos. Si tu perro es un rastreador pura raza, de un modo u otro tendrás que satisfacer su necesidad de emplear su poderoso olfato para un fin.