Las herramientas sirven para capacitarnos (II)

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Por César Millán, el “encantador de perros”

Apliqué una estrategia en tres pasos para ayudar a Kathleen a capacitarse para ser una dueña responsable y maravillosa para Nicky. Primero me llevé al animal al Centro de Psicología Canina durante dos semanas para socializarlo con los miembros de su propia especie. Dado que su dueño anterior lo había mantenido atado a un poste literalmente durante años, era portador de una gran cantidad de energía contenida y frustración que el animal desahogaba con otros perros. 

Nicky resultó ser un tipo juguetón y muy sociable una vez experimentó el poder de la manada, ejercicio intenso y diario y una rutina equilibrada y predecible. Luego comencé el trabajo con Kathleen para conseguir que canalizase una energía firme y serena. Kathleen es una mujer fuerte y decidida, pero su delicado estado de salud la había vuelto algo insegura. Por otro lado, la lástima que sentía por Nicky y lo que le había ocurrido en el pasado dificultaba la situación. La ayudé a sacar a la luz su parte más fuerte y enérgica a la hora de tratar con Nicky, así como a olvidarse del pasado y aprender a vivir el momento con él. Por último, la enseñé a utilizar correctamente la herramienta que había elegido para Nicky, el collar de castigo, que la ayudó a corregirlo de modo más fuerte y rápido, algo que no habría podido hacer con sus propios recursos, especialmente teniendo en cuenta su osteoporosis. Por otro lado, saber que el collar podía ayudarla la hizo sentirse más capaz y más confiada al sacarlo a pasear. 

Al final fue la confianza de Kathleen en sí misma la que transformó a Nicky en un perro más obediente, Y no el collar. Una vez más se demostró que no era la herramienta, sino la energía de quien la manejaba lo más importante. ¿Habría sido más «humano» que Kathleen renunciara a Nicky, condenándole a una muerte segura? Creo que tomó la decisión correcta: buscar una herramienta que pudiera utilizar sin hacer daño al perro, aprender a utilizarla debidamente y capacitarse para ser una líder de la manada más eficaz a ojos de su perro. Pero no fue el collar en sí lo que transformó a Nicky; fue simplemente un paso más en el camino de Kathleen que la conduciría a reconocer su propia fuerza y potencial.

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