Por: El Comercio
Santiago. Hace 46 días explotó la peor crisis social que ha vivido Chile en tres décadas. Marchas multitudinarias y violencia en las calles se convirtieron en una encerrona para el poder político que ha respondido a un reclamo heterogéneo con gestos insuficientes para los demandantes.
En la víspera, miles de chilenos marcharon a la casa del presidente Sebastián Piñera, que celebra sus 70 años. Luego, al final de día, otro grupo se reunió frente al palacio presidencial de La Moneda, para reclamar “cambios reales y no por un paracetamol y para la casa”.
Después del estallido el 18 de octubre con incendios, destrozos y saqueos en varias estaciones de metro de Santiago y supermercados, el presidente Piñera decretó el estado de emergencia y sacó los militares a la calle para contener lo que consideró un tema de orden público.
Pero tras seis semanas de protestas contra la desigualdad social, Chile cuenta 23 muertos -cinco a manos de fuerzas del Estado- y miles de heridos, entre ellos casi 300 con lesiones oculares graves por perdigones o bombas lacrimógenas.
Las fuerzas de seguridad son investigadas por más de 2.000 casos de violaciones a los derechos humanos, informó la Fiscalía.