Columnista: Néstor Pilco Contreras
Durante los últimos años, a nivel nacional se han elaborado diversos proyectos con motivo de conmemorarse próximamente los 200 años de “Independencia”; por ejemplo, el “Plan Bicentenario: El Perú hacia el 2021”; de la misma manera, se han conformado “comisiones conmemorativas del Bicentenario de la Independencia del Perú”, con el objetivo, precisamente, de fortalecer los ideales de la construcción de la República del Perú y realizar múltiples actividades que coadyuven al desarrollo del país.
Dentro de este marco, es importante comprender que la independencia del Perú fue un proceso sangriento de guerra civil y tuvo como escenario principal los andes peruanos; y Puno, sin duda, tuvo una gran participación desde la Gran Rebelión de Túpac Amaru en 1780 hasta la llegada de Bolívar en 1825 a esta ciudad, es más, dentro del territorio puneño se realizaron dos batallas importantísimas: la Batalla de Umachiri en 1815 y la batalla de Zepita en 1823.
También debemos recordar que en nuestro país se han realizado muchas proclamas y juras de independencia del Perú; por citar algunos, Cangallo 7 de octubre de 1814, Ica 21 de octubre de 1820, Huancayo 20 de noviembre 1820, Piura 4 de enero de 1821, y en Puno, el 27 y 30 de diciembre de 1824 recién se proclamó y juró la Independencia del Perú, respectivamente. Entonces, cabe la pregunta: ¿Por qué celebrar la proclamación de San Martín, el 28 de julio de 1821, en Lima, como aniversario nacional? ¿No hubo independencias antes y después de la independencia?, ¿qué proclama y de qué lugar tiene más valor?
Sin duda, es un tema polémico; sin embargo, como señala Cecilia Méndez (2015): “La historia oficial de la Independencia ha sido contada desde Lima”, por ello urge la necesidad de descentralizar el pensamiento sobre la independencia desde una mira regional y visibilizar la historia silenciada de los principales actores de las guerras de Independencia.
Este centralismo y silencio histórico, al menos en Puno, ocurrió y ocurre por la falta de una tradición historiográfica; no obstante que Emilio Romero, en su monumental obra “Monografía del Departamento de Puno”, y Alfonso Torres Luna, en su libro “Puno Histórico” abordaron el tema de independencia, desde un enfoque de “independencia conseguida” y con regular información. Pero el que mejor trabajó el tema con base de documentos inéditos publicados eventualmente en periódicos de la época fue, sin duda, Eduardo Pineda y Arce.
Bajo esta coyuntura ¿qué políticas culturales tiene el Gobierno Regional de Puno?, ¿cuáles son las propuestas de desarrollo cultural de los gobiernos locales?, ¿qué acciones concretas se están realizando en materia de investigación histórica sobre la Independencia? En Puno hace falta una historiografía de la independencia; si lo tuviéramos, nos permitiría repensar mejor el desarrollo integral de nuestra región y, al contrario, el Bicentenario será una efeméride de monumentos y escenificaciones como lo fue el Centenario de la Independencia en Puno.
