El fatídico 17 de febrero marcó un antes y un después en la vida de los familiares de cuatro profesionales puneños. Su destino era el distrito de Megantoni, en la provincia cusqueña de La Convención. Allí ejecutarían un importante proyecto. Partieron de Juliaca, pero el destino había trazado un nuevo camino para ellos en las aguas del indomable río Vilcanota, que escribió otro desenlace en su historia.
Escribe: Zenaida Zea Olivera
Han transcurrido 15 días desde la desaparición de cuatro profesionales puneños en las turbulentas aguas del río Vilcanota. La camioneta en la que se desplazaban cayó a su afluente en el distrito de Ollantaytambo, provincia de Urubamba (Cusco), y aún no hay rastro de los cuerpos.
Los ingenieros Carlos Max Gómez Sánchez (35) y William Inquilla Arcata (31), el arquitecto Álvaro Laura Mamani (32) y el técnico electricista Miguel Ángel Quiroga Sonco (38) partieron de Juliaca con destino a Megantoni (La Convención) para ejecutar un importante proyecto. Sin embargo, el destino les tenía preparado otro camino.
Julio Gómez Sánchez Ajalla, padre del ingeniero de sistemas Carlos Max Gómez Sánchez, relata que, hasta la fecha, solo se han encontrado la casaca de su hijo, algunos forros de la camioneta y una puerta lateral.
LA AYUDA
El Colegio de Ingenieros de Puno fue la primera institución en desplegar drones en la zona de búsqueda. Una delegación de la Universidad Nacional del Altiplano también se sumó a las labores; sin embargo, los esfuerzos aún no han dado resultados.
La Oficina de Riesgos y Desastres del Gobierno Regional de Puno también envió especialistas y equipos tecnológicos. Aun así, la naturaleza sigue imponiendo su ley. Mientras tanto, congresistas de Cusco y Puno han enviado solicitudes a distintos ministerios en busca de más apoyo, pero la respuesta es un eco de silencio.
La población de Ollantaytambo tampoco ha sido indiferente. Desde el primer momento, los pobladores han apoyado a las brigadas con agua, alimento y recursos básicos. Autoridades locales, incluido el alcalde, han aportado lo que han podido, pero la lucha contra el Vilcanota requiere más que buena voluntad.
La familia de las víctimas comprende que el despliegue del Ejército Peruano sería una maniobra peligrosa. “En honor a la verdad, no creo que sea personal especializado para actos de salvataje”, afirma Julio Gómez. Cada decisión debe tomarse con cautela, pues no quieren que esta tragedia cobre más vidas.
El padre de familia también informó que se coordinó con las autoridades de La Convención, en caso que el torrente del implacable Vilcanota haya arrastrado los cuerpos hacia su jurisdicción. Asimismo, se ha solicitado el apoyo de la Marina de Guerra y buzos especializados.
ESPERANZA ENTRE LA INCERTIDUMBRE
Las condiciones de búsqueda son desafiantes. El caudal del río sigue implacable, y la geografía rocosa solo complica más la labor. Sin embargo, un nuevo rayo de esperanza asoma en el horizonte. “El martes estarían llegando miembros de Bomberos Unidos Sin Fronteras y también traerán equipos especializados”, comenta Julio Gómez.
El comandante José Rolando Benavente Farfán lidera esta organización. Sus integrantes son expertos en emergencias de nivel 4, preparados para catástrofes y desastres naturales. Su equipo incluye médicos, personal sanitario y otros especialistas.
SOLIDARIDAD
Las familias de los desaparecidos están al límite de sus fuerzas. Han agotado todos los recursos, pero no se rinden. En Juliaca y Puno, han organizado vigilias, buscando el apoyo de la ciudadanía. La fe se mantiene firme, aunque el tiempo sea su peor enemigo.
Gladis Quiroga Sonco, hermana del técnico Miguel Ángel Quiroga Sonco, hizo un llamado a la Marina de Guerra para reforzar la búsqueda con tecnología avanzada. “Necesitamos radares, drones para el rastreo y detectores de metales con capacidad de entre seis y siete metros de profundidad”, dijo.
Mientras tanto, las aguas del Vilcanota siguen rugiendo. Ocultan respuestas que podrían traer paz a estas familias. Pero ellas no cesarán en su lucha y seguirán buscado a sus seres queridos. Porque su amor, su esperanza y determinación son más fuertes que cualquier río.
DATO.
Las indomables aguas del Vilcanota también tomaron la vida de Aarón Canal Humpire, un joven de 23 años, natural de la comunidad de Pachar, en Ollantaytambo. Se adentró en el río en un intento por salvar a su ganado, pero la corriente lo arrastró sin piedad. Desde el 5 de febrero, su familia aguarda con el alma en vilo, mientras el torrente se niega a devolver su cuerpo.
