Escribe: Juan Pio Mamani Chambi
Cuando está concluyendo un periodo es quizá propicio para recordar los momentos más significativos y contrariados, y hacer un balance de lo que ha pasado en la vida personal, familiar y social. Y la finalización de los periodos o años nos ayuda a comprender que nada es para siempre, que todo es evanescente y es ello lo que prima en todas las épocas.
Por que como individuo somos el resultado de lo que hemos podido vivir hasta ahora, quizá espectando la miseria en que ha descendido el quehacer de la política nacional, política regional y local, fenómenos insalvables que corroen nuestra insalvable sociedad.
Que se haya alcanzado logros y progresos en varios aspectos como sociedad, nadie lo duda, pero quizá nuestro fatalismo nos permite resaltar con mayor rigor los fracasos, empeoramientos, desdichas, desventuras, desasosiegos y una larga lista de sinónimos fatales.
Hasta aquí probablemente fuimos testigos de despedidas, testigos de los últimos momentos de un ser querido, lo cual nos ha ayudado a comprender mejor la dimensión de la existencia, la irreversibilidad del tiempo, como humanos, quizá el diseño original fue para existir por siempre, porque nos duele mucho comprender sobre la muerte, o entender la muerte como la última esperanza o la escapatoria final que de esta existencia.
Entonces se avecina el año nuevo, y lo nuevo a veces provoca temor, incertidumbre, pese a que uno puede tener planes de vida, proyectos por cumplir en los distintos niveles acompaña siempre la incertidumbre, quizá porque nadie tiene la vida asegurada, y quizá ello hace que sea significativa la existencia.
Entonces, ¿cuáles son las preguntas necesarias para afrontar el porvenir? ¿En el futuro todavía serán relevantes nuestras interrogantes? ¿Cuáles son nuestras esperanzas y temores sobre el futuro? ¿Y el destino, uno puede reinventar? ¿Cómo sería si fuéramos inmortales? ¿Tendría sentido apresurar planes? ¿La vida se volvería monótona y aburrida? ¿Cumple un rol fundamental la muerte? ¿Y que hay después de la muerte? Algunas preguntas que necesariamente tenemos que responder en el futuro o en algún intervalo del año nuevo.
Pero de todas maneras siempre es consolador el porvenir, para explorar nuevas oportunidades, alcanzar renovadas esperanzas, y que cada día sea una oportunidad para revertir el destino, y hacer el mayor esfuerzo por lograr la mejora del destino o la casualidad.
Entonces, es así que los inicios de año siempre se renueva la fe en el futuro, en el que conseguiremos nuevas conquistas y también estas vendrán acompañadas de esperanzas.
