¿2032 la fecha del nuevo apocalipsis?

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Escribe: Rafael Mercado Benavente

Parece que la fecha del Apocalipsis, del fin de la vida en la Tierra, tal como la conocemos, se está confirmando. Eventos cósmicos catastróficos han elegido el 2032 como “el día del juicio”.

L a historia de la humanidad está marcada por eventos cósmicos que han definido su curso. Desde el impacto de Chicxulub, que acabó con los dinosaurios, hasta la devastación de Tunguska en 1908, la amenaza de los cuerpos celestes sigue acechando. Ahora, científicos y teóricos del desastre advierten sobre un nuevo episodio de consecuencias potencialmente apocalípticas: el paso de la Tierra a través de una región densa de la corriente de meteoros Táuridas en el año 2032. La advertencia resuena en redes sociales y círculos especializados: “Es cuando el infierno se liberará de su jaula”.

Este ominoso pronóstico está acompañado de un inquietante gráfico que muestra la órbita del cometa Encke, intersectando peligrosamente con la de nuestro planeta en 2032. Encke, un cometa fragmentado a lo largo de milenios, es el progenitor de una de las lluvias de meteoros más intensas del Sistema Solar interior. Las Táuridas, que suelen iluminar los cielos de octubre y noviembre, no son una simple exhibición astronómica, sino un vestigio de una catástrofe cósmica pasada y, quizás, un presagio del futuro.

La conexión entre Encke y desastres históricos es motivo de profunda inquietud. Investigacio- nes indican que sus fragmentos podrían haber sido responsables de la explosión de Tunguska en 1908, un evento que arrasó más de 2.100 kilómetros cuadrados de bosque siberiano con una energía equivalente a 30 megatones de TNT. Pero aún más perturbador es el vínculo con la teoría del cataclismo de Younger Dryas, defendida por Graham Hancock en Magos de los Dioses (2015) y América Antes (2019). Según esta hipótesis, hace 12.800 años, un fragmento de un cometa— posiblemente Encke—colisionó con la Tierra, desencadenando un enfriamiento global repentino, la extinción de megafauna y el colapso de civilizaciones prehistóricas avanzadas

El peligro que acecha en 2032 no es menor. La Tierra se adentrará en una sección particularmente densa del enjambre de Táuridas, donde existen objetos de más de un kilómetro de diámetro. La posibilidad de un impacto de tales dimensiones evocaría los eventos que marcaron extinciones masivas en el pasado geológico del planeta. No se trata solo de una amenaza hipotética; la historia nos ha demostrado que la colisión con un fragmento de estas características podría alterar el equilibrio climático global, desencadenando una nueva era de frío y devastación.

En un mundo donde el cambio climático y la inestabilidad geopolítica dominan las preocupaciones inmediatas, el peligro cósmico permanece relegado a un segundo plano. Sin embargo, los astrónomos continúan monitoreando estos cuerpos celestes con creciente alarma. ¿Estamos preparados para enfrentar un evento de esta magnitud? La historia del universo nos recuerda que la Tierra es solo un blanco más en la danza caótica del cosmos.

TÁURIDAS: LA AMENAZA CÓSMICA QUE REGRESA

Göbekli Tepe, una de las estructuras más enigmáticas de la humanidad, podría ocultar más que un testimonio de la antigua civilización. Ubicado en Turquía y datado en aproximadamente el 10,850 a.C., este sitio ha sido considerado por algunos investigadores como un complejo observatorio astronómico, diseñado para seguir los ciclos solares y lunares. Un estudio de la Universidad de Edimburgo sugiere que los grabados en sus pilares no solo representan animales y símbolos rituales, sino que podrían codificar un evento cósmico devastador: el impacto de un cometa. Esta hipótesis cobra fuerza al coincidir la antigüedad de Göbekli Tepe con un episodio climático catastrófico, una abrupta mini Edad de Hielo que sumió al planeta en temperaturas gélidas durante 1.300 años. Este enfriamiento repentino, conocido como Younger Dryas, pudo haber impulsado cambios radicales en las primeras sociedades humanas, forzándolas a adoptar la agricultura y nuevas estructuras religiosas en un intento por sobrevivir. Si los antiguos habitantes de Göbekli Tepe documentaron este desastre en piedra, sus inscripciones podrían ser la advertencia de un peligro que aún acecha en el cosmos.

La teoría de que los cometas y sus fragmentos han marcado la historia con cataclismos no es nueva, pero cada vez acumula más evidencias inquietantes. Durante la década de 1980, los astrónomos William Napier y Víctor Clube identificaron en la corriente de meteoros Táuridas varios asteroides de gran tamaño, sugiriendo que podrían ser restos de un cometa colosal que se fragmentó hace miles de años. Entre esos fragmentos se encuentra el cometa Encke, responsable de la brillante lluvia de estrellas que ilumina los cielos de octubre y noviembre. Sin embargo, lo que es espectáculo para los observadores del cielo es también una amenaza latente. Astrónomos colombianos e italianos, utilizando tecnología avanzada de rastreo, han confirmado que el enjambre de las Táuridas contiene al menos 88 grandes fragmentos, muchos con actividad similar a la de un cometa en descomposición. Según el astrónomo David Asher, la situación se torna aún más alarmante: en 2032 y 2036, la Tierra pasará a través de una región particularmente densa de esta corriente cósmica. Con rocas espaciales de tamaño considerable atravesando nuestro camino, el riesgo de un impacto significativo, similar al que pudo haber transformado la historia humana hace más de 12.000 años, se incrementa exponencialmente.

 ¿OTRAS CULTURAS ANTIGUAS LO SABÍAN?

El cometa Encke ha sido identificado en diversas teorías que relacionan su influencia con impactos cometarios en la Tierra y con su relevancia cultural. Fred Whipple, en Mystery of Comets (1985), destacó que el eje polar del cometa está inclinado solo 5 grados respecto a su plano orbital, lo que podría haber generado un remolino visualmente llamativo en la antigüedad, cuando su actividad era más intensa. Victor Clube y Bill Napier, en Cosmic Serpent (1982), sugieren que la desintegración de un posible progenitor de Encke pudo haber influido en antiguos dibujos de cometas, basándose en un catálogo chino de formas cometarias hallado en los Textos de Mawangdui. Algunas teorías proponen que la forma de la esvástica, presente en diversas culturas, pudo haber sido inspirada por un cometa de cuatro colas con una apariencia similar, y se ha señalado al cometa Encke como un posible candidato.

DATO

El cometa Encke (2P/Encke) es un cometa periódico con un período orbital de 3.3 años, el más corto entre los cometas brillantes. Descubierto por Pierre Méchain en 1786, fue identificado como periódico en 1819 por Johann Franz Encke, quien calculó su órbita y lo vinculó con observaciones previas. Su núcleo mide 4.8 km y tiene un albedo bajo, reflejando solo 4.6% de la luz solar. Fue el segundo cometa periódico reconocido después del Halley. Encke realizó complejos cálculos para demostrar su periodicidad, logrando predecir correctamente su retorno en 1822 y siendo premiado por la Royal Astronomical Society

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