Las monumentales iglesias que han perdurado a lo largo de la historia de Arequipa, son parte de nuestra tradición.
Pero existió un templo católico que lamentablemente no tuvo el mismo destino de otras construcciones religiosas, que hoy son constantemente visitadas y admiradas por propios y extraños.
Se trata de la iglesia de San Camilo, un monumento único que existió en la ciudad y del que hoy en día, tan solo quedan algunos recuerdos y pocas fotografías.
El templo fue construido el 17 de julio de 1817, pero la primera piedra se colocó mucho antes, en 1795, frente a una multitud de fieles arequipeños devotos de esa época.
Se concluyó tras 15 años de arduo trabajo de los sacerdotes camilos de Arequipa, en especial, del llamado “buen padre” Juan José González.
Según el historiador Rommel Arce Espinoza, Juan José González era el superior de la pequeña comunidad, y no dudó en vender sus bienes y propiedades para conseguir fondos y construir el templo religioso.
Al final, la iglesia resultó verdaderamente espaciosa, con una cúpula muy bonita y alta, edificada con un estilo barroco colonial.
En su interior, se presenciaban dos altares, la imagen del patriarca San Camilo de Lelis, de buena escultura, y a su lado, María Santísima de Exaltación de Tránsito.
DESTINO FINAL
“Siempre fuimos una comunidad reducida, varias veces cerraron el templo, debido a que, para la apertura de una casa religiosa, era necesario tener entre 10 a 12 religiosos, según decreto de la ley española que existía en aquellos tiempos”, recuerda Sixto Alfredo Azabache Castro, reconocido padre camilo.
Fue en 1868, que un gran terremoto sacudió Arequipa y devastó el gran templo de los camilos, dejándolo en ruinas para luego quedar en el olvido con el paso de los años.
Rommel Arce menciona que ese mismo año, se tenía pensado que fuera reconstruido por la Comisión Central de Auxilios.
Sin embargo, luego se planeó usar los materiales restantes del templo para una capilla y el resto para un nuevo hospital en el mismo terreno. Al final, no se hizo nada.
Pasó un tiempo y los escombros fueron retirados, y el 6 de enero de 1881 se inauguró allí el mercado San Camilo.
En el mismo lugar donde se erigía la magnífica iglesia, y hoy en día, es el mercado más popular de la ciudad.
PADRES CAMILOS
Muchos de los religiosos que integraron esta orden, tenían dotes de verdaderos médicos.
Los camilos o llamados también “Padres de la Buena Muerte”, son una orden hospitalaria dedicada a los enfermos, y que incluso fue precursora de la organización internacional conocida como Cruz Roja.
“Recorrían los hospitales con su emblemático hábito negro, con su cruz roja en el pecho, que simbolizaba el amor y el servicio a los enfermos de escasos recursos”, detalla Rommel Arce.
La comunidad religiosa se asentó en el Perú hace 310 años. El primer padre camilo peruano fue el doctor José de la Cuadra Sandoval, que ayudaba a los enfermos de fiebre amarilla y cuya labor fue un ejemplo para muchos otros médicos y sacerdotes.
A nuestra ciudad de Arequipa llegan alrededor del año 1750. En sus inicios, salían a las calles a pedir limosna, y con ese dinero se iban a asistir a los enfermos y moribundos del Hospital San Juan de Dios.
PADRE SIXTO
Muchos de ellos regresaron al Convento de la Buena Muerte de Lima, luego del terremoto de 1868. Es que la iglesia de San Camilo nunca se reconstruyó y fue olvidada.
El padre camilo Sixto Azabache Castro de 58 años de edad, muy querido y respetado en Arequipa, lleva 31 años al servicio de la comunidad.
Fue capellán del Hospital Regional Honorio Delgado Espinoza, y párroco de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar.
“Arequipa es muy tradicional a la fe, la gente tiene su corazón abierto a Dios, me gusta ayudar a los enfermos y luego encontrarlos en la calle, te saludan y se acuerdan de ti, todas esas experiencias me las llevo en el corazón”, expresa Sixto Azabache con un gesto de emoción.
En la actualidad, la orden de los camilos todavía existe en la Iglesia del Pilar, aunque solo quedan tres representantes en Arequipa, los sacerdotes Alfredo Vásquez, Isaac Lino Linares y Antonio Ángeles Cervantes.
Ellos asisten diariamente a las capillas de los hospitales Honorio Delgado y Goyeneche, brindando charlas y acompañando a los enfermos y moribundos en su dolor.
“San Camilo de Lelis es el protector de todos los enfermos y de los hospitales del mundo católico. Y en estos tiempos modernos, los camilos siguen siendo hombres con gran corazón y manos para servir a los enfermos”, señala por su parte, Alfredo Vásquez Osorio, actual párroco de la Iglesia del Pilar.
Muchos olvidaron su grandioso templo, pero los padres camilos, de manera silenciosa, siguen ayudando a quienes los necesiten.
