Escribe: Jorge Luis Quispe
Periodista Gustavo Gorriti reúne la esencia del periodismo en un conjunto de ensayos.
La rutina nos despoja el genuino encanto de las cosas, y la razón le asiste a Montaigne. Para un reportero local o regional la costumbre de entrevistar diariamente a las autoridades, que sin ningún reparo o bobo descuido llegan a exhibir ignorancia cuando no cinismo, genera en ocasiones que uno pierda la emoción de incordiarlos.
Digo en ocasiones, ya que lo que no deja más bien de sorprender es las declaraciones de los que nos gobiernan, cada respuesta es peor que la anterior. He traído ello a colación, ya que he terminado de leer el que sin ninguna duda es uno de los mejores libros que se han escrito respecto al periodismo. “El mejor y el peor de los tiempos.
Ensayos sobre el oficio periodístico”, de Gustavo Gorriti, publicado por Planeta en octubre del 2024. El puñado de ensayos que lo conforman poseen un efecto iluminador y sobre todo, renovador. Al lector le informa lo que debe y cabe esperar de un reportero que se reclama como tal. Y al periodista le recuerda la sustancia, el nervio y la médula de lo que constituye la única y principal razón de ser del reportero: revelar la verdad, comprobada, contrastada y verificada.
El libro está compuesto por un conjunto de artículos que el afanado y legendario autor publicó en la revista Caretas, el diario El País y el portal IDL. Desde el discreto encanto de la nostalgia y con la autoridad que solo otorga la experiencia, Gorriti critica y resuelve, uno a uno, las dudas, temores y tabúes inherentes al ejercicio periodístico. Todo el libro está atravesado por una idea: describir, detallar y exponer la decisiva influencia y el papel imprescindible que el periodismo de investigación posee.
El autor relata desde las múltiples experiencias que ha tenido en foros, paneles y congresos, las ideas de los más connotados representantes del oficio en el mundo. Esa riqueza es transmitida con la rigurosidad del dato y el magisterio de maestro ejemplar. Gorriti sabe cómo ningún otro, el rol decisivo que ha protagonizado el periodismo de investigación en el Perú. Y lo sabe y es capaz de narrarlo, porque él lo vio nacer, fue uno de sus fundadores, y estuvo también cuando aquel entró en crisis y continúa ahora que es testigo de cómo el periodismo de investigación ha encontrado un lugar en el apogeo de las redes.
Abordar el libro es asistir a una clase genuinamente magistral respecto al ejercicio del periodismo de investigación. El autor critica, escudriña y resuelve temas como la crisis de los medios, la cobertura de desgracias viscerales, el cultivo y tratamiento de fuentes, los riesgos a los que se enfrenta un reportero que se introduce en los vínculos de la política y el narcotráfico, las relaciones de los medios con los grupos de poder económico, incluso hay artículos en los que desde el cine y la literatura se demuestra que las revelaciones de casos emblemáticos generaron lo más cercano a la justicia.
La mayoría de los artículos recopilados datan de la primera década de este siglo donde el autor precisó cual luminoso profeta que lo fundamental del periodismo seguiría siendo lo mismo: mostrar la verdad y exhibir la corrupción mediante el reporteo duro y puro. Según Vargas Llosa en un artículo de 1992, el célebre sociólogo alemán Weber distinguía dos formas de moral en el hombre: la moral de la responsabilidad y la moral de la convicción.
Aquel orienta sus acciones con cautela pensando en sus efectos inmediatos, se asegura que sus acciones no generen desastres o resultados adversos a sus cuidadas prevenciones. El hombre con moral de convicción expresa lo que piensa y se conduce de acuerdo a lo que cree, por tanto, para él, la verdad debe prevalecer. Este libro es un llamado a ser reporteros de convicción, porque una democracia crece leyendo. Leamos este libro