Por: David Auris Villegas [email protected]
La migración es un fenómeno global de desplazamiento humano, impulsado por diversas razones y ambiciones personales desde la prehistoria. Se ha intensificado en el siglo XXI debido a la mundialización. En este inevitable proceso social, la educación intercultural es clave para promover una real globalización. Los migrantes, al mejorar sus vidas, también enriquecen a las sociedades receptoras, como lo ha demostrado Estados Unidos, un enorme país construido por migrantes desde su fundación.
Esta migración en realidad es buena para el mestizaje como destino de la humanidad, pero es dolorosa cuando es forzado en la búsqueda de mejores condiciones de vida. Las principales causas se dan por la pobreza, la inseguridad ciudadana, los conflictos políticos, las guerras y ahora el cambio climático. La crisis política en Venezuela, ha forzado a casi 8 millones de personas a abandonar su país y Perú, ha acogido alrededor de un millón y medio de migrantes que ahora conviven entre nosotros, rumbo a una mejor vida.
Como la migración es parte de nuestra trashumancia, la Organización de las Naciones Unidas, desde el año 2000, cada 18 de diciembre celebra el Día Internacional del Migrante. Este 2024 se enfoca en “Celebrar las contribuciones y las oportunidades de la migración”. Esta entidad promueve una migración digna, fomentando el intercambio y cooperación entre países, ya que según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), aproximadamente 281 millones de personas en el mundo son migrantes.
Para viabilizar este proceso migratorio, el Pacto Mundial para una Migración Segura y la Organización Internacional para las Migraciones, gestionan la migración internacional y velan los derechos de los migrantes. Al respecto, la directora general de la OIM, Amy Pope, sostiene que la migración es esencial para la prosperidad económica y solicita invertir en capacitación y políticas de integración más segura y beneficiosa para todos.
A fin de fortalecer la migración, es necesario llevar en las escuelas una educación intercultural a nivel mundial. Esta práctica favorece el establecimiento del migrante en los países que los acogen, promoviendo la tolerancia, el respeto y el aprendizaje mutuo. Fomenta el intercambio de culturas, permitiendo que los ciudadanos convivan mejor y valoren las diferencias que benefician a la construcción de una sociedad más inclusiva y armoniosa.
La educación intercultural revalora a los migrantes, promoviendo una convivencia armoniosa que nos permite prosperar juntos, sin importar el lugar de origen, pues nuestra casa es el planeta que compartimos.