EL HALLAZGO
Arqueólogos en Perú han descubierto en el sitio de Pañamarca, en la provincia de Santa, Áncash, en la costa norte de Perú, un trono ceremonial que perteneció a una posible líder femenina de la cultura Moche, hace más de 1 300 años. Este descubrimiento incluye un trono de adobe pintado y murales que representan a una mujer coronada, recibiendo una procesión de personas, lo que sugiere que pudo haber sido una reina o sacerdotisa con poder político y religioso. Los finos murales, miden 2 m de largo y un 1.80 m de alto.
Pañamarca está asentado sobre una colina de granito en el bajo valle de Nepeña, está compuesto por una plataforma escalonada de adobe de gran tamaño, dos plataformas más pequeñas pero igualmente de adobe, una vasta plaza amurallada y diversas estructuras adicionales, entre las que destaca un edificio de mampostería del Periodo Formativo.
Uno de los aspectos más fascinantes de Pañamarca es su colección de murales coloridos, los cuales se publicaron por primera vez en la década de 1950. Estas pinturas, localizadas en la plaza y las plataformas, muestran escenas de sacerdotes y guerreros en procesión, batallas entre seres sobrenaturales, y actividades ceremoniales vinculadas a prisioneros humanos, junto a una figura intrigante de un hombre con dos rostros. Pero hasta ahora, nunca se había descubierto en Perú ningún trono destinado a una reina.
El hallazgo se dio en lo que la arqueóloga Jessica Ortiz Zevallos, denominó como la “Sala del Imaginario Moche”. Rodeada por muros y pilares, la sala presenta cuatro escenas diferentes que muestran a una mujer poderosa, en ocasiones recibiendo a visitantes en procesión, y en otras, sentada en su trono. Pañamarca es el centro monumental más meridional de la cultura Moche, una sociedad preinca que vivió en los valles costeros del norte de Perú entre los años 350 y 850 de nuestra era. “La arqueología moche es bien conocida por sus ricas tumbas de élite, su impresionante arquitectura y obras de arte, y sus elaborados artefactos e imaginería religiosa”.
LA MUJER
¿Quién es la misteriosa mujer que reinó en Perú en tiempos muy arcaicos?¿Acaso una sacerdotisa, una reina o una diosa? Según los arqueólogos, la figura femenina sería una posible sacerdotisa que está acompañada de cuatro a cinco personajes masculinos de menor tamaño y que portan una especie de ofrenda, es un personaje importante dentro de la ideología Moche en Pañamarca.
En temporadas anteriores de la investigación se documentaron numerosas superficies pintadas en esta sala, incluidas pinturas de hombres y mujeres elegantemente vestidos, guerreros con rasgos de arañas, ciervos, caninos y serpientes, y múltiples batallas entre el héroe mítico moche y sus enemigos del mar. La poderosa mujer mochica pintada en las paredes y pilares de la sala del trono, así como en las superficies interiores del propio sitial, está asociada con la luna creciente, con el mar y sus criaturas, y con las artes del hilado y el tejido.
“Pero Las pinturas murales descubiertas en julio incluyen una escena poco frecuente, referida a un taller de mujeres hilando y tejiendo, así como una procesión de hombres que portan tejidos y la corona que pertenece a la líder femenina, completa con sus tren – zas”, puntualizó la arqueóloga Ortiz Zevallos.
Subrayó que los estudiosos debatirán si la mujer pintada en las paredes de la sala del trono es humana (sacerdotisa o reina) o mítica (diosa). “Las pruebas físicas del trono, incluida la erosión de su respaldo y la recupe – ración de cuentas de piedra verde, hilos finos e incluso cabello humano, dejan claro que fue ocupado por una persona viva real, y todas las pruebas apuntan a una mujer líder de Pañamarca en el siglo VII”, afirmó la experta.
Estos elementos refuerzan la idea de que las mujeres en la antigua sociedad Moche podían ocupar posiciones de poder, un des – cubrimiento que desafía nuestras nociones tradicionales sobre los roles de género en las culturas preíncas o andinas.
SALA DE LAS SERPIENTES TRENZADAS
Las excavaciones del proyecto en la plaza de Pañamarca también han revelado una estructura monumental que era totalmente desconocida para las anteriores investigaciones. Se trata de la “Sala de las serpientes trenzadas”. Muchos de estos pilares estaban decorados con pinturas de un personaje cuyo cuerpo está compuesto por serpientes entrelazadas con piernas humanas; un motivo que no aparece en ningún otro lugar del arte moche. Otras superficies estaban decoradas con imágenes de guerreros, armas antropomorfizadas y un gran monstruo persiguiendo a un hombre.
Los seres representados en los murales tienen un tocado o una suerte de corona en la cabeza. Poseían ropa colorida con patro – nes elaborados y cinturones de gran tamaño.
Las formas podrían aludir a algún tipo de ritual de sacrificio propio de los mochicas. “Situada sobre la plaza, esta sala ofrecía una posición prominente, casi como los palcos de un teatro o un estadio, desde la que se podía observar lo que ocurría abajo, al tiem – po que proporcionaba espacios privados a sus ocupantes privilegiados”. Entre los mura – les que quedaron expuestos se encuentra el de un personaje de dos rostros que tiene un abanico de plumas en una mano, y en la otra una copa de la que beben cuatro colibríes. Esta forma podría aludir a algún tipo de ritual de sacrificio y a los “reinos cósmicos” de la cosmovisión mochica.
Un hecho que llama la atención es que los dibujos no representarían deidades, sino humanos, ya que no lucen colmillos, colas y otras características de su simbología. Se es – tima que los antiguos mochicas clausuraron estos espacios para su conservación. Las entradas se taparon con adobe, un material frágil. Otro alcance a precisar es que el tama – ño de los muros y su ubicación darían señales de ser un recinto sagrado al que no cualquier per – sona podría ingresar. Por ejemplo, este escenario pudo albergar a los sabios ancianos o los líderes de las comunidades.
Los misteriosos murales encontrados en Pañamarca están arrojando luz sobre aspectos hasta ahora desconocidos de la cosmovi – sión mochica. Este antiguo pueblo, que floreció en la costa norte del Perú entre los siglos I y VIII d. C., fue notable por su arte detallado y su profundo vínculo con lo sagrado. Sin embargo, estos murales parecen haber estado reservados para una élite selecta, probablemente líderes o ancianos de la comunidad. “Cier – tamente, este espacio no era de acceso público, dado lo angostos que son los pasajes y el espacio interior, tal vez solo abierto para los líderes o ancianos de la comunidad”, señala Lisa Trever, especialista en arte precolombino. La estructura sugiere que solo aquellos con un rol importante en la comunidad habrían tenido permiso para ingresar a este lugar, lo cual refuerza la idea de que cumplía una función ritual o espiritual clave.
Este hallazgo ha generado un gran interés en la comunidad cientí – fica desde su descubrimiento en agosto de 2022. Para Edward Svenson, director del Centro de Arqueología de la Universidad de Toronto, quien no participa directamente en la investigación, el estudio de estos murales puede ser clave para entender la compleja narrativa religiosa de los mochicas. Svenson sugiere que la representación de figuras de doble cara podría simbolizar la capacidad de los líderes de “convertirse en algo sobrenatural” mediante el uso de máscaras. La importancia de estos murales radica en su potencial para ofrecer nuevas perspectivas sobre las prácticas rituales y la cosmogonía de un pueblo cuyo legado aún tiene muchos secretos por revelar.
Por: Rafael Mercado Benavente