JOSÉ ANTONIO CARAVACA
Netflix acaba de estrenar el documental ‘Bob Lazar: Area 51 & Flying Saucers’ (2018), dirigido por Jeremy Kenyon Lockyer Corbell, que rescata la alucinante historia de Rober Lazar, un científico que en 1989, dijo haber trabajado en la clonación de tecnología extraterrestre en la famosa Área 51.
Sus declaraciones dieron la vuelta al mundo dirigiendo todas las miradas hacia la, hasta entonces, instalación militar más secreta de los Estados Unidos. ¿Pero qué es exactamente el Área 51? El Área 51 es una base ultrasecreta que comenzó a construirse en el año 1955, y que posee una extensión de unos 10.000 km², colindando al norte con Las Vegas y al sur con Groom Lake (cerca del lago seco de Papoose). En esta misma ubicación se halla el Polígono de Tiro y de Pruebas Nucleares de Nellis.
Según informaciones obtenidas de varias fuentes, la base se compondría de 42 niveles de imponentes subterráneos que la mantendrían ajena de todas las miradas del mundo. El Área 51 es conocida también con los sobrenombres de Dreamland (Tierra de los Sueños, acrónimo de Data Establishment And Management, Zona de Control y Establecimiento y Almacenamiento de Datos), Base de Groom Lake, el Rancho, entre otros.
Aunque como hemos dicho su reconocimiento oficial y uso es poco menos que ambiguo. Lo único que ha trascendido a los medios de comunicación son las extremas medidas de seguridad existentes en la zona, que la convierten -con diferencia- en el recinto militar más seguro y protegido de nuestro planeta.
Numerosos carteles avisan al curioso que está prohibido adentrarse en sus instalaciones, realizar fotografías y permanecer en el lugar bajo pena de una multa de 1000 dólares. Las restricciones afectan incluso a fotografiar los ‘objetos’ que sobrevuelen el perímetro. Si se persistiera en el intento de penetrar en la base, cosa harto complicada, ateniéndonos al sofisticado equipo de seguridad existente en la zona (videocámaras, sensores de movimiento y calor capaces de detectar un vehículo a más de 40 km de distancia), se advierte claramente al intruso que el uso de la fuerza letal está autorizado en todo el recinto militar. Patrullas de seguridad privadas, fuertemente armadas, patrullan las 24 horas del día el desierto de Nevada a la caza y captura de intrépidos fisgones. Debemos añadir que la extensa región que ocupa el Área 51 no puede ser sobrevolada por aeronave alguna bajo ningún concepto: globos meteorológicos, helicópteros, drones, aviones, etc.
Pero, aparentemente todo este secretismo se desmoronó cuando a finales de los noventa Robert Lazar afirmó que había trabajado en el Área 51, en una zona denominada S4, y que allí había visto varios platillos volantes custodiados en un enorme hangar subterráneo: “nuestro trabajo consistía en ver si era posible reproducir la tecnología de aquellas naves con materiales y sistemas terrestres”. Durante su estancia en la base tuvo la oportunidad de ver varios ovnis e incluso penetró en uno de ellos. “Era del mismo color por dentro que por fuera (metálica). Había una columna central que iba del suelo al techo. No tenía ángulos; era como si estuviera echo de una sola pieza… Las sillas eran muy pequeñas; parecían haber sido hechas para niños. Eso me hizo pensar que se trataba de una nave concebida para seres extraterrestres de baja estatura, y no para seres humanos”.
Rápidamente las declaraciones de Lazar se reprodujeron en todo el planeta convirtiéndole en una celebridad en el mundillo ufológico. A la pregunta de sí había visto en alguna ocasión seres extraterrestres en la base, Lazar no se mostraba convencido del todo: “No lo sé… Realmente no sé si los hay. Pero una vez iba yo por el pasillo y miré hacia una de las puertas… allí había dos hombres con trajes blancos de laboratorio. Estaban mirando hacia abajo y hablando con un ser pequeño. Vi una cabeza grande y calva; era un ser de brazos largos. Me quedé muy sorprendido al ver aquello de repente. Pero, aun así, no sé de qué se trataba. Algunos dirán que era un extraterrestre. Yo no estoy seguro. Hay tantas cosas en aquel lugar y hacen tantos juegos psicológicos, que a veces pensaba que me estaba volviendo loco… podría tratarse de un muñeco colocado frente a los dos científicos, y tal vez me hicieran pasar por allí y verlo sólo para observar mi reacción”. Además, hablaba de un increíble hallazgo científico derivado de las investigaciones de la fuente propulsora de los ovnis, el denominado elemento 115, que facilitaría el vuelo de estas aeronaves mediante la creación de campos gravitacionales que distorsionarían el tiempo y el espacio.
EL ESPERADO REGRESO
Después de unos años de frenética y controvertida actividad pública Bob Lazar desapareció de los medios de comunicación, sepultando su testimonio poco a poco, en un aparente olvido. Pero tras el estreno del esperado documental, la historia de conspiración extraterrestre en el Área 51 resurge con fuerza.
En una reciente entrevista con el periodista Joe Rogan (20/06/2019), Bob Lazar explicó cómo fue su primer contacto con un platillo volador en el interior de las instalaciones ultrasecretas del Área 51: “En una ocasión que entré, las puertas del hangar estaban abiertas. Entré por la puerta del hangar y en la entrada estaba el disco, el platillo volador en el que trabajé. Lo vi posado allí y pasamos junto a él. Tenía una pequeña bandera americana pegada en el costado y pensé: ‘Dios mío, esto finalmente explica todas las historias de los platillos volantes’. Es una aeronave avanzada y esto es jodidamente hilarante. Así que, al pasar, deslicé mi mano sobre su lateral.
Me regañaron inmediatamente por tocar la cosa. Había un guardia armado que nos siguió y dijo: ‘Mantén los ojos abiertos y las manos a los costados y entra por la puerta’ ”.
Según Lazar fue reclamado para trabajar en el Sector 4 por el reciente fallecimiento de uno de los científicos involucrados en la investigación: “Estaba reemplazando a alguien con quien Barry [el compañero de laboratorio de Lazar] trabajaba antes que conmigo y creo que hubo un accidente horrible del que no tenía mucha información.
Barry aludió a algo…. donde alguien murió. Este debe haber sido un intento muy desesperado porque no es un proceso muy científico analizar algo de esa manera, pero parecía como si hubieran usado un cortador de plasma o algo así en un reactor en funcionamiento”.
Además, Lazar aseguró en la entrevista que vio documentos que acreditaban el origen de aquellos platillos volantes: “Había algunos documentos que indicaban que este ovni procedía del sistema estelar de Zeta Reticuli. No tengo la menor idea de cómo lo sabían. No era sólo que venía del sistema estelar Zeta Reticuli, sino de un lugar que llamaban ZR3. Era el tercer planeta de ese sistema estelar. No había más información, aparte de que supuestamente era de allí de donde vino la nave”.
Preguntado sobre el interior de estos objetos, Lazar dijo: “Tenía una sensación muy siniestra porque todo era de un solo color. Era como de un color estaño oscuro. No tenía ángulos rectos en ninguna parte. Es como si alguien tomara un modelo y lo moldeara con cera y luego lo calentara por un corto tiempo para que todo se derritiera. Todo parecía estar fundido. Todo tiene un radio, una curvatura donde se encuentran dos objetos. Es una cosa muy extraña. No había casi nada, aparte de una pequeña escotilla plegable, que pareciera reconocible. Todo era realmente extraterrestre”.
Había varios ovnis diferentes: “Uno se parecía a lo que yo llamaba un molde de gelatina. Parecía un molde de gelatina clásico con los lados ondulados. Uno era un disco muy plano, como un sombrero de paja o algo así”. Pero lo más curiosos es que uno de aquellos objetos, según Bob Lazar parecía muy antiguo: “Al menos uno de ellos era parte de una excavación arqueológica. Así que…. era viejo. No sé si fue en el que trabajé, pero recuerdo algo relacionado con una excavación arqueológica. Eso significa que no sólo era viejo, sino antiguo”.
Con respecto al documental presentado por la plataforma Netflix, tenemos que indicar que, realmente aporta muy poca información novedosa, ya que no muestra nuevos testimonios o documentación que otorguen mayor credibilidad o relevancia a todo lo que ya se había expuesto con anterioridad. Hay que añadir que el periodista George Knapp, el mayor defensor de Lazar, es la principal fuente de información del documental.
Como curiosidad, dos puntos a destacar: La reciente confirmación oficial de que en algunas áreas restringidas de las instalaciones de Groom Lake se utilizaba un identificador de seguridad que ‘escaneaba’ la palma de la mano, como aseguró Lazar en la década de los ochenta, confirma de forma tangencial su relato. Además, el documental presentó un registro que efectuó el FBI y otros organismos de seguridad estadounidenses del lugar de trabajo de Lazar, mientras realizaban la grabación, como una evidencia de que aún se vigilaba estrechamente al científico.
Pero lo más desconcertante del reportaje es cuando el propio Bob Lazar, sin confirmarlo abiertamente, deja entrever que tiene en su poder el famoso elemento 115. Aunque inexplicablemente se niega a hablar de ello o mostrarlo al público. De hecho, en el documental se insinúa que los recientes registros del FBI buscaban precisamente el elemento 115. ¿Por qué no muestra Lazar esta contundente prueba si la tiene desde 1989?
Dicho esto, a los entusiastas de los platillos volantes les encantará ver de nuevo a Bob Lazar en acción, después de tantos años, confirmando punto por punto sus asombrosas afirmaciones que contribuyeron a cimentar la fama del Área 51… y, quizás sus oscuros secretos.