Columnista: Juan Pío Mamani Chambi
Usted que fue el periodista de las más selectas funerarias… siempre tuve la esperanza de que, tras mi muerte, me hiciera el anuncio necrológico, con la solemnidad y profesionalismo que lo caracterizaba, para que mis enemigos y amigos sean notificados desde el centro de la información. También fue anunciador de raros productos, vendedor de terrenos. Todas las noches realizaba una feria privada para esa sociedad teledirigida que esperaba las noticias más sangrientas, la mayoría asesinatos, asaltos, violaciones y otras acciones atroces.
En campaña, el odio hacia usted se multiplicó significativamente, mucha gente creía que era un deber odiar su candidatura, sobre todo porque sus contrincantes le temían, y se dedicaban en alardear sobre su incapacidad, su formación académica y las carreras que nunca concluyó. Todas esas atribuciones aumentaron porque nunca hizo ningún esfuerzo en desmentirlas, y más, porque la mayoría de los juliaqueños no querían tener en el municipio a otro periodista, pues el fracasado de Oswaldo Marín no había hecho nada significativo por la ciudad. El día de la votación muchos honorables juliaqueños, tapándose las narices, entraron a sufragar, pues ningún candidato merecía su confianza, menos usted. Me incluyo en esa lista, y con cierto orgullo.
Desde que se instaló en el municipio, pasaron cosas extrañas con sus enemigos en las redes sociales. Esa gente que se dedicaba a insultarlo, denigrarlo, injuriarlo, mancillarlo, vilipendiarlo y todos los sinónimos próximos, ahora lo aplauden, lo celebran, lo elogian; en fin, comentan las buenas acciones que realiza, lo respaldan y dicen que están con usted. Ojalá esas expectativas no se desvanezcan.
Aplaudimos que la plaza de armas ya no sea centro de las borracheras. Pero visite con más frecuencia las calles Sucre, Raúl Porras, Ramón Castilla y el jirón Moquegua. También le imploramos que visite las plazas Túpac Amaru, Santa Bárbara y San José, donde los vecinos se apropian de media calle y hacen que la ciudad sea infernal. Logre que Juliaca realmente sea la “Capital de la Integración Andina”, ponga orden, seguridad y no permita que esa breve esperanza que está naciendo en los juliaqueños se esfume junto con el Carnaval. Cambie la imagen de Juliaca, se lo pedimos con todo el odio que el resto de sus enemigos olvidan.
