Los Andes

“Yo vivo con 3 mujeres, Marylin Monroe, Raquel Welch y Paloma San Basilio�, reza un anote de Humareda al pintar el pastel sobre cartón. Seguido de “Me domina la carne, encontrarás en mi gabán el calzón de YO CLAUDIO huevos pasados�. Esta y mucha historia aún no conocida es develada por el periodista, libretista, poeta, cuentista, compositor e intérprete de instrumentos autóctonos peruanos Jesús Omar Aramayo Cordero. Hijo de la profesora Emilia Cordero y del abogado Rodomiro Aramayo, quien gracias a la labor de proyección social de la Universidad Nacional del Altiplano, pone a disposición de la población interesada en la cultura del arte plástico la obra Humareda, donde el autor hace una remembranza de la vida agitada, bohemia sin probar licor, la admitida sensación pasional por las “niñas bonitas� de la vida nocturna y el “ego� endemoniado y único de Víctor Humareda.

Sin temor a la equivocación, esta presentación sobre la vida y obra de Víctor Humareda es el colofón del trabajo realizado por la Universidad Puneña, es el clímax de todo lo editado y ya es parte del libro de oro de la región Puno. Detalles como “Mi felicidad es pensar en Marylin Monroe, lo demás no me interesa� nos hace pensar que la vida es real en la imaginación, nos presenta a un artista ególatra y narcisista, un ciudadano exótico orgulloso en la muchedumbre analfabeta de la cúpula de personajes ilustrados de la época, tal parece que su orgullo hizo de Humareda un genio del color y, como tal, él no merecía tener sombra alguna. También nos hace recordar la acidez mordaz del reconocido periodista César Hildebrant, quien dice: “(…) era un cholo genial que vivía en un hotel cercano a la parada, se acostaba con las putas más astrosas –a quienes confundía luego con Ava Gardner y Marylin Monroe- se reía como un demonio.�

Aramayo Cordero hace un recuento minucioso de la identidad procaz del artista plástico, invade lugares inhóspitos y recala en una identidad clara y precisa que lejos de presentarnos al Humareda “borrachín� lo exalta hasta la cúspide del pico más alto de las punas lampeñas, interpreta la pasión más díscola e inalterable de nuestro Humareda, además sostiene un diálogo con la acreditada discípula elegida del maestro, Ivette Taboada, quien lejos de abandonarlo en su dolor, siempre estuvo pendiente de su salud. “Ivette tiene altura, la ofendí. Le dije: tú no eres Ivette sino la esposa de Alcalde, y tú lo paso por alto. Ivette sigue siendo mi amiga, como antes�. Humareda es una edición de lujo tanto por el contenido temático como por las viñetas y la creación pictórica del artista lampeño.