Malditos del Costal: Heridas que aún no cierran


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Escribe: Los Andes | Policial - 27 Aug 2017


Se hará justicia. El pasado martes, un nuevo capítulo se abrió en una de las historias más dolorosas registradas en los últimos años entre la colectividad juliaqueña. El inicio del juicio oral contra los tres integrantes de la sanguinaria banda criminal “Los malditos del costal”, despertó las viejas heridas hechas en el corazón y la memoria de los familiares de los siete mototaxistas ahorcados hasta la muerte por estos delincuentes, quienes encostalaron y arrojaron los cadáveres como paquetes de basura en distantes zonas de la ciudad, en una escalada de violencia nunca antes vista en Juliaca y que representaba el accionar criminal de asesinos con escrúpulos y listos para hacer cualquier cosa para lograr sus objetivos.
El accionar criminal de estos asesinos tuvo su punto de inicio el 8 de junio del 2014. Fue en el jirón Progreso de Juliaca que los asesinos decidieron dejar abandonado el cuerpo de quien posteriormente fue identificado como Nelson Pajsi Pomari, de 20 años. Las marcas en su cuello y los diversos hematomas que presentaba el cuerpo, demostraban el ensañamiento y la brutalidad del actuar de sus asesinos, quienes no tuvieron compasión con él.
José Calla Calloapaza, de apenas 18 años, fue el siguiente en la lista maldita de estos criminales, cuyo cuerpo fue hallado dentro de un costal en el sector de Yocara, el 3 de noviembre del 2014.
Días después, el mismo modus operandi se registró en el hallazgo del cuerpo de Vily Mamani Paco (22). Sus restos fueron metidos a la fuerza en un costal y abandonado en el sector de Esquentariachi.
Pero el accionar criminal de estos delincuentes cobraría dos vidas más antes de que acabe el año 2014. El cuerpo de Bladimir Ramos Acro (22) fue descubierto el 6 de diciembre, y el 26 de diciembre del mismo año, los restos de Rony Condori Tinta (19) fueron hallados en las faldas del cerro Huaynarroque. Todos dentro de costales en posición fetal y arrojados en zonas alejadas del centro de Juliaca.
Las primeras semanas del 2015 y con la confianza de no ser ubicados por las autoridades, los criminales retoman su accionar criminal, quitándole la vida a Edson Oré Chávez (23), joven ayacuchano que habría llegado a Juliaca con el fin de buscar un mejor futuro para su familia; sin embargo, la muerte se cruzó en su camino.
Juan Uturunco Arosquipa (19) y Luis Eduardo Apaza Apaza (22), fueron los últimos inscritos en esa lista negra que formaban las víctimas de “Los malditos del Costal”.
Su perfil estaba bien definido: mototaxistas jóvenes para que no ofrezcan resistencia mientras eran reducidos y servicios a lugares lejanos donde nadie pudiera impedir su sed de sangre y muerte.
LA CAÍDA
Fueron agentes de la Policía llegados desde la capital, en coordinación agentes de Juliaca, quienes iniciaron el minucioso trabajo que culminó con la captura de los cuatros sospechosos. El primer paso fue rastrear la línea de celular de uno de los fallecidos. Esta investigación logró dar con el paradero e identificación de uno de los personajes claves de esta investigación: Leonardo Mormontoy Casazola.
De acuerdo a las pericias de las autoridades, Leonardo Mormontoy compró el celular y la batería de la mototaxi de propiedad de Juan Carlos Uturunco, una de las primeras víctimas de “Los malditos”, con quien se inició la investigación que culminó con la captura del resto de la banda.
Fue a través de una triangulación satelital que los agentes lograron detener a Leonardo Mormontoy y registrar todos sus movimientos y conversaciones con los demás integrantes de la banda. Su hora había llegado. El 11 de febrero del 2015, a pocos minutos de llegar las 21:00 horas, agentes de la Seincri se desplazaron hasta el Terminal Terrestre de Juliaca, donde capturaron a Mormontoy Cazazola cuando, advertido por el accionar policial, intentaba fugar rumbo a Puerto Maldonado y escapar de la justicia.
Ya en la base policial, el primer capturado relató cuál fue su verdadera relación con los crímenes y quiénes en realidad formaban parte de esta organización, que ingresó como la más sangrienta en la historia de Juliaca.
Minutos después y con toda la información disponible, un grupo de agentes armados se trasladaron hasta el sector de la salida a Arequipa, específicamente al grifo San Román, escenario de los crímenes y refugio de dos de los asesinos.
Willy Pacha Huanca y Juan Jesús Córdova Quispe, descansaban de su baño de sangre, cuando un contingente policial ingresó a la habitación posterior del grifo donde finalmente fueron capturados.
Los indicios hallados en el interior de la estación de combustible revelaban las orgías de sangre y muerte que se registraron ahí. Piezas de mototaxis, celulares, prendas de vestir y costales recién comprados revelaban el verdadero trabajo que realizaban. Ellos fueron capturados e inmediatamente identificados como parte de la banda criminal.
Días después de la captura de Willy Pacha y Juan Córdova, el último implicado no pudo con el peso de su conciencia y se entregó a la Policía. Vivía tranquilamente en la ciudad de Tacna, donde pasaba desapercibido como otro comerciante más; sin embargo, las noticias generadas desde Juliaca y su inminente captura hizo que Wilson Quispe Arque decidiera poner fin a su autoexilio y presentarse a la Policía en la ciudad fronteriza.
Tras confirmarse sus datos, él fue trasladado hasta Juliaca para ser procesado como parte de la organización criminal “Los Malditos del Costal”, responsables de acabar con la vida de siete mototaxistas.
Los informes preliminares de lo hallado en el interior del cuarto del grifo San Román eran concluyentes y definitivos. Mostraban la insania y la ferocidad de los criminales.
“Nosotros los veíamos en el centro y los tomábamos de noche de preferencia. Dos íbamos en la moto y otro esperaba en el grifo. Al mototaxista lo hacíamos entrar y lo hacíamos distraer cargando una caja pesada. Ahí uno le pasaba una soguilla por el cuello y lo ahorcaba, y los demás lo terminábamos de matar. Algunos ponían resistencia, pero otros se morían y no ponían resistencia. Después nos llevábamos la moto y la vendíamos y nos repartíamos el dinero, eso era todo”, es el extracto de la manifestación de Willy Pacha ante la Policía y que demuestra la tremenda crueldad con la que actuaban, así como su infinita sed de violencia y muerte.
Hecha la captura, los asaltantes fueron internados por 18 meses en el Establecimiento Penitenciario Juliaca, lugar donde podrían pasar el resto de sus días, de confirmarse la sentencia de cadena perpetua.
DE POR VIDA
Ante este pedido de la Fiscalía Especializada en Crimen Organizado, se ha sumado la defensa técnica de las víctimas, representada por el abogado Carlos Torres Rodríguez, quien durante todo este tiempo ha recabado suficiente información para solicitar la máxima pena en contra de los criminales.
De acuerdo a lo informado por el letrado, en esta investigación se ha recurrido a la tecnología para descifrar la localización de los criminales a través de los celulares que habrían robado a sus víctimas, siendo la primera investigación en Juliaca en recurrir a este tipo de investigación y que será presentado como parte de los alegatos de la defensa de los fallecidos y que podría ser el detalle determinante en busca de hacer justicia.
“Lo que hemos reiterado es que vamos a aunarnos al pedido de la fiscalía y vamos a solicitar la cadena perpetua para todos ellos y el pago de una reparación de 100 mil soles para las familias de los asesinados. Aunque sabemos que esto último es poco probable que se cumpla, solicitaremos de todas maneras que nuestro pedido sea incluido en la sentencia. Tenemos confianza en lo que pueda acabar este juicio a favor de los agraviados”, sostuvo hace algunos días el letrado, previo al juicio oral en contra de los capturados.


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