Elecciones 2014 en la región Puno: Inflación de candidatos


Votación: 291 votos

Escribe: Luis Zambrano Rojas | Política - 28 Sep 2014


Notoriamente de cara a las próximas elecciones hay una inflación de candidatos, expresión del subdesarrollo de nuestro país. Expresión también de una deficiente ley de partidos y de la codicia de muchos. Para elegir a 12,692 autoridades en todo el país se han presentado 105, 860 candidatos.

La realidad es que en el Perú cualquier hijo de vecino puede ser candidato(a), pues los requisitos son mínimos. La ley de partidos No. 28094 del 1.11.93 en su Art. 23 ha puesto algunas vallas para evitar que personas que han delinquido lleguen a ser candidatas. Por ejemplo, exige que en su declaración jurada de vida consignen las “sentencias condenatorias por delitos dolosos y que hubieran quedado firmes”, y también las demandas “por incumplimiento de obligaciones familiares y/o alimentarias”.

Sin embargo, dada la picardía y la frescura de muchos candidatos, la poca eficiencia y hasta la complicidad del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), como la aparente ingenuidad de partidos y movimientos políticos, se cuelan individuos vetados por la ley y la moral y llegan a ser autoridades. Hasta inicios de agosto de este año, según el JNE, 218 candidatos no cumplieron en informar que aún tienen condenas vigentes. El Congreso es el llamado a dar una nueva y sesuda ley de partidos que dignifique el ejercicio de la política, pero no lo quiere hacer. Claro, una ley que atienda los reclamos de tantos ciudadanos asqueados de los políticos, disminuiría los privilegios de los mismos congresistas. En esto también son juez y parte.

Todo está “democráticamente” amarrado para que nos gobiernen en gran parte autoridades corruptas que, en ciertos casos, son parte de mafias organizadas. PRIMERA CONCLUSIÓN: Los políticos corruptos son nada más y nada menos que el resultado y la expresión de la sociedad corrupta de donde proceden. En este punto nadie se escapa, ni los elegidos ni los electores. SEGUNDA CONCLUSIÓN: Los electores tenemos mayor responsabilidad que los candidatos y sus partidos, incluso muchas veces somos cómplices. Como ciudadanos nos falta una cultura política. Todavía hay gente que afirma que la política es sucia y que por eso no le interesa. Todavía hay gente que dice: “Qué importa que robe el alcalde con tal de que haga obras”. De eso se aprovechan los políticos corruptos, pues saben que el grueso de la población no los va a fiscalizar ni sancionar.

Ya en el proceso electoral las razones de muchos electores para votar por tal o cual candidato no será teniendo en cuenta el “bien común”, sino su interés egoísta. Entonces votarán por el familiar o el amigo, por el compadre o la comadre, por el que les regaló algo o por el que les prometió un puesto de trabajo o cualquier cosa.

Considero que se debe exigir algunos requisitos importantes para quienes desean ser candidatos(as). Entre otros apunto éstos cinco:

1. Que participen en una ESCUELA POLÍTICA, sistema que debería ser creado por el JNE en cada capital de departamento, que duraría unos dos años y que daría cursos de ética, política, economía, gestión pública, preparación y seguimiento de proyectos, geografía, historia, etc. No se trataría de una carrera universitaria, sino de una seria preparación para poder ser autoridad. No es malo querer ser autoridad. Lo malo es quedarse en la incapacidad y en la improvisación.

2. Que pasen la pensión mensual a sus hijos si se han separado de su pareja o si los han engendrado fuera del matrimonio. Si una persona no se preocupa de alimentar y cuidar a sus propios hijos, ¿cómo va a ser padre o madre de una ciudad, región o país? . Lo que en el siglo primero el apóstol Pablo pedía a los obispos, podemos exigir ahora a los candidatos: “Marido de una sola mujer, hombre serio, juicioso, de buenos modales, que fácilmente reciba en su casa y sea capaz de enseñar. No debe ser bebedor ni peleador, sino indulgente, amigo de la paz y desinteresado del dinero. Un hombre que sepa dirigir su propia casa y cuyos hijos le obedecen y respetan. Pues, si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo dirigirá la familia de Dios?” (1 Timoteo 3, 2- 5)

3. Que no hayan sido condenados por ningún DELITO, pues éste descalifica a una persona para una responsabilidad pública. El haber cumplido la condena tampoco los habilita para desempeñar tamaña responsabilidad.

4. Que no tengan deudas con alguna entidad del Estado. Que no sean prestatarios morosos de ninguna entidad financiera. Que no hayan estafado a ninguna persona o institución. Si un candidato está lleno de deudas y no sabe pagarlas, lo más probable es que caiga en la corrupción para poder saldarlas.

5. Que en su centro de labores y en su vecindad sean personas honestas, puntuales, responsables, dialogantes, organizadoras, amantes del idioma originario y su cultura, solidarias y de ideas innovadoras.

Hace años que presento públicamente estas inquietudes y no soy el único. Hay una corriente ciudadana que ya está harta de ver a tanto político incapaz, que no es coherente con su ideología política, que se vende y subasta al mejor postor, que propone “el oro y el moro” y hasta cosas fantasiosas, que da regalos por doquier mendigando votos, que ahora busca a los pobres y ya elegido los desprecia, que no se presenta a los debates públicos, que hace de la contienda electoral un circo de mal gusto y de mal gasto.

Por la poca calidad humana y política de la mayoría de los actuales congresistas no creo que den una ley de partidos distinta. ¿Qué hacer mientras tanto? La responsabilidad está en nosotros los electores apoyados por periodistas honestos.

Es urgente que ellos nos vayan presentando diariamente la hoja de vida de los candidatos y que nosotros mismos vayamos DESCARTANDO desde ahora a quienes no cumplen los mínimos requisitos. Si hacemos eso tendremos menos posibilidades de ser gobernados por grupos corruptos. Como ya lo dijimos, los electores somos los grandes responsables de que haya buenas o malas autoridades.

Para ello es necesaria una masiva y constante formación política. No nos desanimemos en esta tarea histórica. Salgamos a la palestra. Empecemos en la familia, en la vecindad y en los diversos grupos de conocidos. Todo lo grande empieza pequeño (Mt 13, 31-32). Pongamos nuestro granito de arena en la construcción ciudadana y política de nuestro país. Los jóvenes tienen aquí la gran posibilidad de desarrollar sus talentos. El Papa Francisco nos anima a ello: “La política tan denigrada es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común” (Evangelii gaudium, 205).


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