El realismo aymara de Jaime Eufrain


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Escribe: JUAN PÍO MAMANI CHAMBI | Sociedad - 18 Sep 2016


A fin de conocer su vida artística y su puneñismo, visitamos el taller de Jaime Eufrain Flores, quien nos recibe calurosamente y está dispuesto a compartir con nosotros todo su sentir. A propósito de esto, entre otras cosas, nos revela que “lo importante es que uno tiene que pintar lo que en verdad siente”.

Estamos infinitamente agradecidos por este tiempo que nos brinda...
Agradezco la visita a mi taller, que queda en el tercer piso del ESFA Puno; aquí permanezco durante muchos años: desde mi adolescencia hasta mis 63 años. Ingresé en 1968 como estudiante, posteriormente como docente y ahora permanezco ya como profesor de formación artística.

¿Qué pintores mundiales han sido de su preferencia?
Puedo mencionar a cuatro artistas. Me impresionó Francisco Goya por sus colores, por sus creaciones fantasiosas en sus obras; me gustaron también las obras de Velásquez, por su realismo, por el dominio de los colores, por ser muy expresivo en sus retratos. Su mejor óleo diría es que es el que pintó del Papa Inocencio X. Finalmente, uno de los pintores mejores, para mí, es Rubens, pues domina color, composición y es un hombre muy culto, ya que no solamente fue pintor sino también diplomático.

Y en la pintura peruana, ¿a quiénes prefiere?
A José Sabogal, porque toma como temática el problema del indio y el indigenismo. Él tiene un grupo de pintores que posteriormente llegaron a cultivar y seguir con este movimiento; estos son: Enrique Camino Brent, Julia Codesido y últimamente Alejandro González Trujillo.

¿Y en Puno?
El primer puneño que me impresionó fue Montoya Riquelme, quien era mi profesor de pintura en la Gran Unidad. Cuando llegué a la escuela tuve la oportunidad de conocer grandes maestros, también; uno de ellos es Ramón Alemán. Había otros pintores que no eran de Puno, pero sí hicieron escuela acá, en nuestro medio.

¿Qué es lo que más recuerda del maestro Montoya Riquelme?
Recuerdo a dos maestros de pintura: a Montoya Riquelme y al profesor Velásquez. Gracias a ellos tuve la oportunidad de exponer mi primera muestra individual en la biblioteca; también gracias al poeta Aurelio Martínez, quien organizó la actividad. Allí vendí por primera vez mis cuadros.

¿Qué significa ser un pintor con identidad?
Todos los artistas reconocidos a nivel mundial pertenecen a un determinado espacio y tiempo. Ellos han hecho escuelas, como la escuela española, francesa, alemana, cuzqueña, ayacuchana. Mencionaba también a los mexicanos, pintura revolucionaria; y en nuestro medio, a veces por la influencia del occidentalismo, sobre todo en la República, como que hemos perdido nuestra identidad. Deberíamos identificarnos con nuestra cultura precolombina, que es una expresión máxima en el arte, pero con la conquista perdimos buena parte de historia y nuevamente retornamos a José Sabogal. Entonces diría que ya existen escuelas a las que solamente se les dice indigenistas; en nuestro medio debería haber una Escuela Puneña o bien una Escuela Aymara, con todo un sustento histórico, teórico y técnico que exprese nuestra realidad.

¿Qué es lo que piensa del realismo aymara?
Yo llegué a Puno para formarme. Y me fui a Baca Flor de Arequipa con el mismo propósito. Así, pasé a la Escuela Nacional del Perú. Eran un poco chocantes las escuelas que se cultivaban en esos tiempos. Estaba de director un famoso italiano; el realismo o indigenismo para ellos ya había muerto, aunque después recién surgió con Sabogal, quien inclusive fue director de la Escuela Nacional. Él encontraba en la calle a un quechua o aymara fornido trabajando con sus rasgos propios y lo llevaba como modelo a la Escuela Nacional, pero cuando yo estuve ya los modelos eran occidentales, figuras con ciertos cánones que nosotros conocemos, participando así en la Bienal de Trujillo y Buenos Aires, tuve la necesidad de volver a la tierra y buscar mi Realismo Aymara, lo que me dijiste anteriormente, pero donde digamos se va fortaleciendo eso es cuando hice una exposición en Estados Unidos. Envié mis cuadros y hay una crítica allá, que dice “tú eres un pintor andino realista aymara”. En Lima me calificaron como pintor realista, pero en Estados Unidos agregan el término “aymara”; desde ese momento dije: “tengo que estar en la tierra, soy aymara”. He querido regresar a pesar de que ya había ofrecimientos allá, en la capital, porque de ahí es de donde surgen los artistas para el mundo.

¿Se interesó por algún premio en la pintura peruana?
Tuve una primera oportunidad de obtener premios siendo estudiante, pero después ya casi nunca, porque para ganar un premio hay formatos, hay condiciones que hay que cumplir, y como regresé a mi tierra, ya era un poco difícil poder obtener un premio; para obtener un premio tienes que complacer los gustos mediocres de los jurados, de la clase alta o de los que otorgan los premios. Ya no participé mucho, y si participo me ponen en los últimos lugares porque defiendo una pintura que es propia del lugar y casi a muchos no les interesa eso.

¿Le incomoda que le pongan en los últimos lugares?
No. Al contrario, eso da fuerza para seguir trabajando. Recuerdo a un gran maestro en Lima, Leandro Eusebio, excelente profesor de la Escuela Nacional, provinciano ancashino. Todos los años medalla de oro, primer lugar. Él arrastraba a los estudiantes, pero al último año, cuando se trató de dar premios, le bajaron y ganó un abstracto; todos se sorprendieron. Así pues, lo más importante es la obra que tú haces, los premios creo que en la mayoría son un engaño, porque de pronto le dan un premio al peor estudiante y hacen ver de qué debemos pintar con esa tendencia; lo importante es que uno tiene que pintar lo que en verdad siente.

¿Alguna vez se arrepintió de volver o tuvo remordimientos por no haber salido al extranjero?
Me siento muy feliz de haber regresado de otros lugares. De todas maneras el artista pierde su libertad de expresión, le ponen en condiciones y acá uno puede trabajar espontáneamente, en lo que uno cree y sobre todo porque es una necesidad de poder cultivar nuestro aymara y quechua. Puno es parte del Perú, lo cual constituye costa, sierra y selva; últimamente estoy pintando quechuas, lo cual fue una gran satisfacción, rescatamos primero su vestimenta, porque poseen identidad, tienen originalidad y color, casi acopia de todo lo que quiere el artista. Ese es el objetivo, no perder la esencia del indigenismo de un artista que es del lugar.

¿A quiénes considera que son su familia pictórica en Puno?
Estudié con el pintor y escultor Martín Gómez, que ahora está residiendo en Tacna. Discutíamos y buscamos nuevas alternativas y nuevos planteamientos. Con Martín dimos forma a la escuela, la infraestructura y todos los adornos artísticos. O sea, la parte de las ideas era bastante efectiva en cuanto al trabajo técnico. Porque él también es aymara y siente la necesidad de poder difundir nuestro arte; por ejemplo, él ganó en la bienal de la corriente indígena en Quito, hace pocos años atrás, después tenemos a grupos de estudiantes y profesionales en la universidad, también en la misma escuela, a los más cercanos, como la profesora B. Reboa, Javier Luque, Gómez Lázaro, con ellos estoy casi todo los días; los exalumnos Wilmer Paucar, Cazorla Renán, Pedro Ticona, pero los que están afuera como Emilio Yanarico, Evaristo, Elías, que también son grandes amigos y mejores artistas todavía.

¿Cómo percibe el desarrollo el arte en nuestra región?
Para comprender el arte peruano uno tiene que visualizarlo en su conjunto. Por decir, una pintura que identifica el Perú es pues la pintura de Jorge Vinatea Reinoso, José Sabogal, Brent y el último de los indigenistas, Gonzales Trujillo; ellos han vivido acá, en Chimo Puno, entonces ellos recién comprendieron cómo era una pintura y rostros originales, los colores propios de las culturas pre-incas, sus costumbres han pintado; ellos, al plasmar, han dejado una gran herencia para nosotros los pintores de Puno y al comprender el arte, que es la interpretación del hombre y la naturaleza. Por ejemplo, en Arequipa, los mejores pintores son Mauro Castillo y Carlos Ticona, que son puneños. El último que está regresando es Juan de la Cruz Machicado, y de los escultores es Pedro Ccopacatty; de vez en cuando viene acá a visitar, porque salieron de Puno.

¿Qué criterios considera de una cultura para realizar usted sus obras?
Lo más importante para mí es que el artista es testigo de su pueblo, de su tierra, del espacio y del tiempo, y eso es muy importante porque es la única forma de hacer ver a la sociedad cómo ha evolucionado el ser humano. Si nosotros nos damos una vueltita a Puno, por ejemplo, como hace cinco mil años, ya el puneño utilizaba el lenguaje plástico de la línea y el color, como podemos ver en Salcedo. El arte de petroglifo está cerca y va evolucionando en la cultura pre-colombina y como las conocemos muy famosas las obras que nos hace admirar el mundo que está en los museos, la cultura Tiahuanaco y Pucará, que a veces no valoramos; ellos ya han avanzado mucho en cuanto a la línea la composición; ellos ya dominaron el realismo, surrealismo, abstracto y cubismo. Muchos dicen que han copiado de nuestras culturas. Los pintores buscan justamente los colores, sus sentimientos y sus emociones, que son muy fuertes en el ande peruano y que se caracterizan por ser sinceros y fieles a las ideas que tienen.

¿Mientras elabora sus obras piensa en los comentarios de sus colegas o en la gente?
Es importante para los que pintamos. No es solamente jugar con los colores y técnica, que puede ser muy adornando; para mí es muy importante, y si hablo de mi exposición en Lima, se comprende un poco, pues generó polémica: yo estaba pintando a un indio llorando en sequía, de hambre y de frío, pidiendo ayuda. Cuando represento en mis obras un andino venturoso es distinto, pues ahí yo soy el más afortunado, porque no tengo compromiso con nadie. Por eso, mis obras son para que las vean; para también reeducarlos de esa manera, mediante los colores y el lenguaje puro y genuino.

¿Cómo eliges a los personajes que están en tus obras?
En grandes eventos que se realizan en Puno; por ejemplo, en las actividades folclóricas. Ahí hay gente que viene de todas partes, bastantes expresiones, cuando vienen nuestros hermanos del campo hay belleza, color y forma de expresión, pero es eso solo cuando vienen; lo más importante es ir en busca, vivir con ellos; estar en su lugar, conviviendo en varias oportunidades, en dos o tres lugares, con ellos, pintando, viviendo; yo creo que esa es la mejor forma de poder comprender la belleza de nuestro medio.

¿Por qué sus obras tienen nombres aymaras?
Eso viene desde que estuve en Lima. Los críticos de arte, amigos intelectuales, los títulos son comunes. Está de moda ponerle títulos subjetivos, llamativos y atractivos, un poco que pueda ser como la obra interesante, pero lo mío es realismo: si ven un cuadro ahí, no necesitan explicación, está en literal aquí es un sicuri con su bombo tocando, ¿qué título vamos a poner? Sicuri, pero sicuri y algo más… Algo como ph´usiri, en aymara.

¿Cómo se animó a pintar el retrato de Gamaliel Churata?
Nunca pude entender a cabalidad El Pez de Oro de Gamaliel Churata, pero sí me gustaban las obras de Arguedas, que eran fáciles de comprender. Un día unos amigos me dijeron que querían un retrato de Gamaliel Churata. Ya, les dije. Empecé a dibujar en la noche y Omar Aramayo observaba lo que pintaba en formato grande; esa noche estaba Omar un poco sorprendido, pues pensó que en Puno no era posible hacer obras en formato grande, y así tuvimos que hacer el retrato de Gamaliel Churata; pero es importante también tener la motivación: Omar se trajo las últimas poesías de Churata, me hizo percibir lo que no había comprendido mucho antes... Entonces ya era más sincero lo que estaba pintando, mientras pintaba me decía algunas características de Gamaliel y leía algunos poemas; de esa manera salió el retrato de Churata que actualmente se encuentra entre la Biblioteca Municipal de Puno.

¿Otro literato puneño que le hubiera gustado retratar?
Me arrepiento de no haber pintado a Efraín Miranda, a pesar de haberlo frecuentado cuando estaba todavía en Puno.

¿Tiene autorretratos?
Ahora último me pinté, y eso está colgado en Facebook. A los estudiantes les dije que se pintaran, pero todos se van a pintar con trajes diferentes: de capachiqueños, chucuiteños o de cualquier lugar de donde vengan. Cuando uno hace su autorretrato toma tanto interés que puede estar pintando día y noche.

¿Hace cuánto tiempo que no realiza una exposición individual?
En Puno no he hecho ninguna.

¿Para cuándo promete entonces una exposición en Puno?
Posiblemente al próximo año, por el mes de setiembre, el mes de la juventud. Para hacer una exposición siempre hay que prepararse un año, alistar los catálogos, los cuadros.

Si no hubiera sido pintor, ¿qué le hubiera gustado ser?
He intentado estudiar odontología, después hasta estudié contabilidad, pero me gana la pasión de pintar.

¿Qué le diría usted a los artistas puneños?
El que persiste surge y triunfa. Ese es uno de los secretos más grandes: insistir, tomar una decisión fuerte, no mirar otras expresiones ajenas a la nuestra, porque vienen de otro lugar: del mundo capitalista o de la cultura de poder; cosas muy bonitas por un momento, pero lo más importante siempre es lo nuestro y muy pocos lo comprenden.


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