Escribe: Oscar Enrique Pino Ponce
Contrariamente al hábito que hacen algunos, memorizando y obsesionándose con horóscopos, disfrazándose con prendas amarillas y otras prácticas propias del folclore local, el sector Turismo en forma corporativa no requiere de ésta metodología para obtener un futuro promisorio en el año que recién se inicia. Y es que su suerte no depende de brebajes, chamanes ni ayahuasca, por más impulso que se le quiera dar al turismo rural comunitario que incluye éste folclore en su oferta turística.
Según confesión de líderes del sector privado, la llegada de turistas internacionales entre enero y septiembre del año que acaba de concluir, alcanzó a 2 millones 449 mil 582 turistas internacionales, si bien es cierto ésta cifra representa un incremento del 36,5 % en comparación con el mismo período de 2023, aún no se ha alcanzado a períodos prepandémicos. Obviamente para las autoridades ya habríamos recuperado de lejos los registros anteriores.
Más que el folclore cabalístico de moda, la tendencia de crecimiento o decrecimiento de la actividad turística depende de las omisiones y decisiones en etapas pasadas. Dos de ellas son las variables “SOCIAL” y “POLÍTICA” reflejadas en los “TRAVEL ADVISORS” que influyen en la toma de decisiones del turista para confirmar un paquete turístico. En efecto, por más leyes, facilidades tributarias, como la reciente victoria al haber prolongado el vencimiento de la ley 31556 (que estableció una tasa especial y temporal del IGV para las micro y pequeñas empresas del sector de restaurantes, hoteles y alojamientos turísticos), si no se propicia un clima de paz pública lejos de actos de protesta callejeros vandálicos y en carreteras, las condiciones no propiciarán la reactivación del sector y otros colaterales en el corto ni largo plazo. Eso no entienden las autoridades, pero sí aquél caudillo en el sur de nuestro país, el líder del proscrito MOVADEF que promete “incendiar la pradera y agudizar las contradicciones” para cosechar réditos personales a través de la organización de asonadas que rememoren los trágicos sucesos que se trajeron de narices al turismo.
Tampoco el Ayahuasca o “baño de florecimiento” servirán en la designación del titular de los entes rectores de nuestra actividad, cuya rotación se asemeja a un hotel al paso. Bastaría con consultar a los entes representativos (por más desgastados y a veces anquilosados que se encuentren) o googlear los antecedentes del designado, evitando “desandar lo andado” cada cierto tiempo. Vestidos o no con ropa interior amarilla, el color de nuestro país como destino turístico necesita más ruda que ortiga. ¡Feliz Año!